Qué le pasa al cuerpo cuando uno deja de fumar

Cada año, más de 8 millones de personas fallecen a causa del tabaco. Más de 7 millones de estas defunciones se deben al consumo directo y alrededor de 1,2 millones, consecuencia de la exposición involuntaria al humo del tabaco.

Dejar el tabaco no es fácil, ya que la dependencia es un conjunto de fenómenos conductuales, cognitivos y fisiológicos. Muy pocos consumidores de tabaco pueden dejar el hábito con éxito al primer intento. Pero existen indicios sólidos de que puede lograrse. Desde libros y consejos para dejar de fumar hasta medicamentos con receta, existen muchas formas eficaces para alcanzar la cesación tabáquica.

La mayoría de los fumadores que conocen los peligros del tabaco desea dejarlo. El asesoramiento y la medicación pueden duplicar con creces la probabilidad de que lo consigan. Según advierte la Organización Mundial de Salud (OMS), solo 23 países, que representan el 32% de la población mundial, disponen de servicios integrales que sufragan completa o parcialmente el costo de abandonar este hábito.

De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, de todas las cosas por las que uno puede morir, el tabaquismo ocupa el primer lugar de la lista en cuanto a muertes evitables. Los hallazgos de la agencia muestran que las muertes relacionadas con fumar son responsables de aproximadamente una de cada cinco muertes cada año. Sin embargo, la cantidad de personas que fuman cigarrillos está disminuyendo. El consumo de nicotina, un ingrediente común que se encuentra en los cigarrillos, y fumar, en general, puede tener graves impactos en el cuerpo de una persona. Pero, ¿qué le sucede al cuerpo de una persona cuando él o ella decide abandonar el hábito?

Los efectos benéficos principales de dejar de fumar según la OMS

  • A los 20 minutos, disminuye el ritmo cardíaco y baja la tensión arterial.
  • Dentro de las 12 horas siguientes, el nivel de monóxido de carbono en sangre disminuye hasta valores normales.
  • Después de 2-12 semanas, mejora la circulación sanguínea y aumenta la función pulmonar.
  • En 1-9 meses, disminuye la tos y la dificultad para respirar.
  • En 1 año, el riesgo de cardiopatía coronaria es un 50% inferior al de un fumador.
  • En 5 años, el riesgo de accidente cerebrovascular corresponde al de un no fumador entre 5 y 15 años después de dejar de fumar.
  • En 10 años, el riesgo de cáncer de pulmón disminuye hasta ser el 50% del de un fumador, y disminuye también el riesgo de cáncer de boca, de garganta, de esófago, de vejiga y de páncreas.
  • En 15 años, el riesgo de cardiopatía coronaria es el de un no fumador.

Además, de disminuir el riesgo adicional de muchas enfermedades relacionadas con el tabaquismo pasivo en los niños, tales como las enfermedades respiratorias (por ejemplo, el asma), y otitis, dejar el tabaco disminuye la probabilidad de sufrir impotencia, de tener dificultades para quedarse embarazada, tener partos prematuros, hijos con insuficiencia ponderal al nacer o abortos. «Todos los fumadores que abandonan el tabaco obtienen beneficios inmediatos y a largo plazo”, aseguran desde la OMS.

Los funcionarios de salud han argumentado durante mucho tiempo que no hay una cantidad segura para fumar, pero, aun así, muchas personas suponen que prenderse un cigarrillo de vez en cuando “no hace mal”. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Lancet Respiratory Medicine asegura lo contrario: reveló que fumar solo algunos cigarrillos por día causa un daño pulmonar similar a fumar más de un paquete por día.

El estudio examinó los hábitos de fumar y la salud de más de 25.000 estadounidenses de entre 17 y 93 años. Al inicio, cada persona les dijo a los investigadores cuánto fumaba (así como información general sobre su salud, demografía y estilo de vida) y se les realizó un examen de espirometría, que evalúa la función pulmonar midiendo la cantidad de aire que se puede exhalar en un segundo, así como la cantidad de aire que los pulmones pueden expulsar en total después de respirar profundamente. Luego se realizó un seguimiento de los participantes durante hasta 20 años, en los cuales se les realizó al menos una prueba de espirometría más para evaluar los cambios en la salud pulmonar.

Según el estudio, fumar menos de cinco cigarrillos por día se asoció con aproximadamente dos tercios del daño pulmonar que causa fumar 30 o más cigarrillos por día. Dicho de otra forma, un fumador ligero podría perder casi tanta función pulmonar en un año como un fumador empedernido en nueve meses.

El documento también refuerza la creencia convencional de que es mejor dejar de fumar lo antes posible. La función pulmonar de los ex fumadores era peor que la de aquellos que nunca fumaron años, e incluso décadas, después de dejar el hábito.

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Dejar de fumar tiene un beneficio inmediato, incluso en los fumadores empedernidos, pero el cuerpo necesita al menos entre 5 y 10 años, y en algunos casos hasta 25, para que el riesgo cardiovascular sea tan bajo como el de una persona que nunca probó un cigarrillo.

Así lo asegura un estudio publicado en la revista Journal of the American Medical Association (AMA), que reveló que los grandes fumadores (aquellos que fumaron al menos un paquete diario durante 20 años) pueden reducir su riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) en un 39% en los cinco años siguientes a dejar de fumar.

Pero para conseguir un riesgo al nivel de alguien que nunca haya fumado se necesita mucho más tiempo, un dato que choca con lo que se creía hasta ahora. “La calculadora de riesgo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica es utilizada actualmente por muchos médicos para ayudar a evaluar el riesgo en sus pacientes. Esta calculadora considera que el riesgo en ex fumadores que lo dejaron hace cinco años es similar al de los que nunca fumaron, que es una duración de tiempo más corta que la que observamos nosotros”, señaló al diario ABC la autora principal del estudio, Meredith Duncan, que dirigió los análisis para la División de Medicina Cardiovascular del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt.

“La suma de minutos, de horas, de días y de semanas sin fumar se convierten en la primera motivación para continuar con el tratamiento. La primera semana de abstinencia suele ser mejor tolerada que la segunda y la tercera, aunque disminuyen las crisis se incrementa la angustia lo cual puede manifestarse a través de un aumento del apetito, sueño, intolerancia o sueños culpógenos de presión, y en ocasiones resulta difícil distinguir entre estos síntomas de abstinencia los efectos de algún tratamiento farmacológico indicado. Es necesario que los pacientes sientan orgullo y todos los días remuevan su satisfacción por estar sin fumar y mejorar su calidad de vida”, finalizó Putruele.

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