Estudio: ¿A partir de cuántos segundos consideramos incómodos los silencios?

Los silencios incómodos son un fenómeno universal que, aunque puedan parecer algo trivial, pueden generar ansiedad, incomodidad y hasta situaciones cómicas. Un reciente estudio de la plataforma de aprendizaje de idiomas Preply ha analizado cuánto tiempo pueden las personas soportar un silencio antes de sentir esa inquietud que nos empuja a decir algo para romper el vacío.

Y es que los silencios suelen percibirse como una anomalía o una ruptura en el flujo natural de las conversaciones. Para muchos, estas pausas no solo son incómodas; también pueden ser interpretadas como señales de tensión, desinterés o incluso rechazo, pero, ¿qué tan breve debe ser un silencio para convertirse en un motivo de inquietud?

Según los hallazgos, en Colombia basta con 6,2 segundos de mutismo en una conversación para que la situación se vuelva tensa. Este tiempo, aunque parece corto, es incluso inferior al promedio global de 6,8 segundos, lo que demuestra que los colombianos son especialmente sensibles a los momentos de pausa. En comparación, los brasileños muestran una tolerancia aún menor: solo 5,5 segundos.

Esto los posiciona como los menos tolerantes a los silencios en el estudio; en cambio, culturas asiáticas tienden a valorar estos espacios como momentos de reflexión, lo que sugiere que la percepción del silencio varía considerablemente entre regiones del mundo.

Argentina comparte el quinto puesto del ránking con Francia. Los que menos soportan los silencios incómodos a nivel mundial son los brasileños (5,5 segundos), seguidos por los italianos y colombianos (6,2 segundos). En tercer lugar aparecen los estadounidenses (6,3 segundos) y en cuarto, los hongkoneses (6,4 por ciento). Por debajo de Argentina están Portugal, Singapur, México, Turquía, España, Polonia, Suiza, Reino Unido y la lista sigue.

Mediante la plataforma de aprendizaje analizaron entonces cuánto tiempo tarda el silencio en volverse incómodo en distintas partes del mundo y en qué situaciones y lugares. Ascensores, primeras citas y funerales fueron las opciones más mencionadas por los encuestados.

El sondeo abarcó a 26.719 personas en 21 países. Determinó que -en promedio- las personas empiezan a considerar desagradable al silencio después de 6,8 segundos. Y las diferencias culturales influyen en cómo las personas reaccionan ante los silencios prolongados. “En muchas culturas asiáticas, el silencio se considera una muestra de respeto, ya que se vincula a la atención y la reflexión. En cambio, en las culturas occidentales el silencio molesta, lo cual lleva a las personas a intentar llenarlo rápidamente incluso con conversaciones superfluas”, dice el informe.

A menudo verborrágicos y apasionados, a los argentinos les cuesta no hablar si están con otras personas. Yolanda Del Peso Ramos, especialista de la plataforma Preply, mencionó la particularidad de que “algunos idiomas emplean más palabras de relleno para evitar vacíos en la conversación y evitar silencios incómodos”. Y de paso advirtió que estudiar otros idiomas también puede servir para no caer en silencios incómodos cuando la conversación no se da en la lengua materna.

Pero en este caso no se trata de no conocer el idioma, sino justamente de conocerlo y sin embargo, callar. Los silencios más temidos por los argentinos, según el relevamiento, ocurren en las primeras citas, ya que un 41 por ciento de los argentinos mencionó esa situación. Y la Generación Z es la más afectada por esos silencios, con el 45%. En cambio, sólo el 28% de los Baby Boomers comparte este sentimiento, lo que resalta la brecha generacional en la forma en que se perciben los silencios.

Otra situación en la que los argentinos temen los silencios incómodos es en conversaciones casuales con desconocidos, preocupación expresada por el 28% de los encuestados; hablar sobre temas importantes con la pareja; enfrentarse a conflictos o asistir a funerales también ocupan un lugar alto en la lista, con un 28% de las personas que temen el silencio en esos momentos.

Si bien respecto a la frecuencia ocupa el lugar número uno, el silencio del ascensor desciende al 25% al momento de nombrar los más temidos. Le siguen los silencios al terminar una relación (24%), al hablar en público (22%), en las reuniones de trabajo en la oficina (17%), en las reuniones familiares (17%), en las discusiones grupales (12%) y en la comunicación online en el trabajo (11%).

El pronóstico climático suele ser uno de los temas centrales dentro de los ascensores. “Parece que mañana llueve”, “la semana que viene baja la temperatura”, “no se aguanta más el calor” y frases por el estilo sirven para compartir un ascenso o un descenso tras el encuentro circunstancial con un vecino.

Por el tiempo que se pasa en esos cubículos, el ascensor es naturalmente el lugar donde los argentinos experimentan más frecuentemente los silencios incómodos. Con el 76% de los votos, el ascensor quedó en la cima del ranking local. El segundo puesto lo comparten los funerales y las primeras citas, ambos con el 72%. “Mientras que en los primeros encuentros la presión por causar una buena impresión puede provocar incertidumbre, en los funerales el ambiente solemne hace que sea difícil encontrar las palabras adecuadas”, interpreta el informe.

También con el 72% figuran los silencios de las rupturas amorosas, seguidos por las conversaciones casuales con desconocidos (68%) y las situaciones de conflicto (64%). En las charlas de temas importantes con la pareja (61%), mientras se habla en público (60%), en las reuniones de trabajo en la oficina (56%), en las reuniones de trabajo online (55%), en discusiones grupales (50%) y en reuniones familiares (48%) completan la lista.

A la hora de mencionar con quiénes se incomodan más ante estos silencios, la gran mayoría de argentinos (56%) mencionó a los desconocidos. En el ámbito laboral, los silencios prolongados con jefes y superiores generan incomodidad en el 39% de los argentinos. Aquí el género muestra diferencias significativas en la estadística: mientras que un 35% de los hombres dijo sentirse incómodo en estas situaciones, el porcentaje se elevó al 44 % en el caso de las mujeres.

Los silencios incómodos con suegros y familiares lejanos ocupan el tercer lugar, con un 27%. En el caso de las parejas (17%), también se mencionan como una fuente de incomodidad. Si se tiene en cuenta el género, solo el 12% de las mujeres dijeron sentirse incómodas en silencio con su pareja, mientras que el número subió a 21% entre los hombres. Finalmente, los datos revelan que los silencios son menos problemáticos con la familia cercana (11%) y los amigos (7%).

Por qué los silencios pueden ser incómodos

Lo primero que hay que decir es que la mente siempre llena los espacios en blanco, todos los hiatos que se produzcan en la comunicación con el otro. No solamente en el hecho de quedarse callado, sino también en la pregunta que no se contestó, el mensaje que no tuvo respuesta o el gesto que no pude interpretar. Es decir, todo aquello para lo cual yo no tuve de tu parte una confirmación directa y clara, mi mente lo va a llenar automáticamente.

La pregunta es cómo la mente llena esos espacios: Los llena en función de sus propios prejuicios, de las propias ansiedades y preocupaciones, de la historia personal y de lo puntual que ocurra en el vínculo con esa otra persona. También hay momentos felices, como cuando el que calla otorga, y lleno el espacio de acuerdo a mi deseo. Pero los silencios incómodos, en cambio, son aquellos en las que las respuestas que me doy a mi mismo me remiten a una situación conflictiva. Esto se da en todos los vínculos y en todas las edades. Desde el bebé que percibe que su mamá dejó de mirarlo, al enamorado que no tiene respuesta de su amada, al jefe que no da el apoyo que sus dirigidos esperan, etc. Llenamos los silencios en base a lo que nos pasa a nosotros mismos.

Esta encuesta da algunos ejemplos en los que ocurren silencios incómodos, como el ascensor y los funerales. Pero en el ascensor creo que lo incómodo no es el silencio, sino la cercanía física. Ocurre en los ascensores chicos. Cuando estamos en un ascensor grande con un desconocido la situación es mucho más relajada. En cuanto al silencio de los funerales, lo que hace ruido estruendosamente es el tema de la muerte. De ahí a que los funerales tiendan a convertirse en un evento social en el que todo el mundo charla ligeramente como una manera de disipar la angustia de la muerte presente. Es interesante observar que muchas veces los más silenciosos son los más afectados, porque la muerte los dejó sin palabras.

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