Comer sano genera más residuos
Una alimentación aparentemente sana no solo tiene aspectos positivos. Una de las desventajas de una dieta basada en frutas y verduras es la gran cantidad de desechos debido a los alimentos que, de una forma u otra, terminan en la basura. Una investigación de la Universidad de Vermont ha estudiado los hábitos alimenticios de los consumidores estadounidenses, revelando un vínculo entre la dieta y los desechos.
En promedio, el consumidor estadounidense desperdicia alrededor de un kilo de comida al día, lo que nos lleva a la desorbitada cifra de 150.000 toneladas de productos comestibles que todos los días, en lugar de terminar en la mesa, terminan en la basura. El estudio se llevó a cabo por la Universidad de Vermont y ha sido publicado en la revista PLoS ONE.
Según los investigadores, aproximadamente el 30% de los alimentos producidas en los Estados Unidos se desperdician. Es el equivalente a 12 millones de hectáreas de tierra que cada año producen en vano (aproximadamente el 7% de la tierra cultivable). Vamos, que los 16.000 millones de litros de agua destinados al riego acaban produciendo básicamente … basura.
Pero el estudio también fue el primero en investigar no solo la cantidad, sino también la «calidad» de los desechos. El primer golpe es asumir es como comer sano implica más desechos. De los 22 tipos de alimentos que se investigaron, los que más se desperdiciaron fueron frutas y verduras. Según las estimaciones, alrededor del 39% del alimento total que se tira todos los días es una fruta o verdura seguidas de cerca por los productos lácteos que representan el 17% y en el tercer puesto estaría la carne con un 14%.
«Las dietas de mayor calidad son ricas en frutas y verduras, pero también son el tipo de alimento que se desperdicia más que el resto», según afirma Meredith Niles, coautora de la investigación. Según el estudio, una dieta saludable es fundamental, pero también es vital tomar conciencia de que esta elección implica un alto desperdicio.
Hay varias razones por las cuales se desperdicia la comida. Parte de la responsabilidad recae en la cadena de distribución, ya que los alimentos frescos salen ya en malas condiciones antes de llegar a los estantes o simplemente porque no se han vendido en el supermercado. Otra pare, en cambio, recae sobre la responsabilidad del consumidor. El deseo de elegir solo los productos más bonitos y perfectos conduce a los productores a la eliminación de grandes cantidades de alimentos que no alcanzan el «estándar» para la venta. Por otro lado, la sobre compra implica comprar más alimentos de los que necesitamos y luego que se nos pongan malos sin poder consumirlos.
Si en términos de distribución podemos hacer poco o nada como consumidores, es esencial tener una mayor conciencia sobre cómo almacenar frutas y verduras frescas de una manera adecuada, o la diferencia entre la oxidación, la abrasión y la verdadera podredumbre. Sin embargo, más allá de nuestros hogares, la Unión Europea votó recientemente a favor de una serie de medidas destinadas a reducir el desperdicio de alimentos con la recolección y redistribución de los productos frescos no vendidos. El objetivo de estas medidas es una reducción del 30% de residuos para 2025 y del 50% para 2030.