Creer en los dioses facilitó la expansión humana, según un estudio
Creer en dioses morales y punitivos facilitó la expansión de las sociedades humanas complejas, el comercio y la cooperación entre pueblos distantes, según un trabajo elaborado por antropólogos de la Universidad canadiense de British Columbia que publica este miércoles la revista Nature.
Benjamin Grant y su grupo comprobaron en un estudio que las personas son más propensas a entregar dinero a desconocidos de su misma religión cuando creen en un dios moralizante -preocupado por el buen o mal comportamiento-, omnisciente -conoce los pensamientos y las acciones- y castigador -está dispuesto a infligir daño-.
Los antropólogos aspiran a fortalecer la hipótesis de que la creencia en entidades sobrenaturales que supervisan los comportamientos sociales proporciona una ventaja adaptativa a las sociedades, una de las ideas en boga en el campo de los estudios religiosos.
Para sustentar ese argumento, los investigadores llevaron a cabo un trabajo de campo en el que participaron 591 personas de ocho comunidades alrededor del mundo, entre ellas grupos en Vanuatu (Pacífico Sur), Brasil, Siberia (Rusia) y Tanzania.
Entre esa muestra, había cristianos, hindúes, budistas y practicantes de tradiciones locales como el animismo y la veneración de los antepasados.
Los antropólogos sometieron a los participantes a pruebas conductuales en las que evaluaron la tendencia de cada persona a desviar dinero hacia su propio grupo en detrimento de otra comunidad de su misma religión.
A partir de un juego en el que podían introducir 60 monedas en dos cuencos distintos, el trabajo concluye que aquellas personas que afirmaron «no saber si dios puede castigarles» introdujeron «considerablemente menos monedas» en el recipiente destinado al grupo de correligionarios desconocidos.
Según el texto publicado en Nature, ese trabajo de campo sugiere que «la concepción de dioses morales y punitivos que conocen los pensamientos y las acciones de las personas promueven la imparcialidad hacia creyentes de la misma religión y, como resultado, contribuyen a la expansión de la sociedad».
En un artículo que acompaña al trabajo en la misma publicación científica, Dominic Johnson, profesor de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Oxford, sostiene que la investigación de Grant «solventa muchos de los problemas» de estudios similares que trataban de sustentar la misma hipótesis.
«La evidencia empírica de que la creencia en lo sobrenatural promueve la cooperación es cada vez mayor, aunque tiende a ser cualitativa», analiza Johnson.
«Los estudios se suelen basar en las respuestas de estudiantes universitarios de países en desarrollo y omiten lo que ocurre en sociedades a pequeña escala, más relevantes para responder a la cuestión de cómo los seres humanos pasaron a organizarse en sociedades más amplias», señala el investigador.
«La religión es el mecanismo más poderoso que se conoce para unir a las personas en un propósito común. Desde las civilizaciones antiguas, a la diseminación del cristianismo y a los actuales grupos terroristas islámicos, la religión ha motivado no solo la subordinación de los propios intereses a los del grupo, sino incluso el martirio en nombre de un dios», afirma Johnson.