Cómo reacciona nuestro cuerpo a estas situaciones extremas

Cuando nos vemos ante situaciones extremas nuestro cuerpo acaba experimentando una serie de sensaciones y respuestas automáticas. Estas son las reacciones más comunes que vivimos cuando estamos ante una situación de pánico o miedo.

1. La gravedad

Sobre cada persona actúa la fuerza de gravedad. Esta fuerza es equivalente a 1 g, pero por ejemplo, si eres piloto, esta fuerza puede ser de entre 8 y 10 g. Esto lo que quiere decir es que el peso corporal se incrementa de 8 a 10 veces.

El impacto de esta fuerza en nuestro cuerpo depende de su dirección. Si la fuerza de gravedad actúa desde la cabeza hacia los pies, los órganos internos se desplazarán hacia abajo en un determinado plazo.

En el caso de que ocurra de los pies a la cabeza, los órganos abdominales ejercerán una presión contra el diafragma, y por ende sobre el corazón y los pulmones.

Si la fuerza se dirige del pecho hacia la espalda o de izquierda a derecha y viceversa, su impacto sobre el cuerpo será mucho menor.

2. Cambios en la presión arterial

La presión arterial también varia en situaciones extremas. Si se tiene la presión baja se puede producir el síndrome de descompresión. Esto es frecuente también en las personas que practican buceo, durante un rápido ascenso a la superficie, por ejemplo.

Esto ocurre porque los gases diluidos en la sangre pueden llegar a formar burbujas, que tienden a provocar trombos y a destruir las paredes vasculares.

De este modo, si se experimenta una oclusión vascular podría conducir al bloqueo de la circulación sanguínea y, por ende, a la muerte.

En los casos graves, se podría también ver dañada la sustancia blanca de la médula espinal, lo que puede provocar una parálisis.

3. Cuando sufrimos una intoxicación por monóxido de carbono

Si sufrimos una intoxicación por monóxido de carbono, probablemente será porque estamos viéndonos en mitad de un incendio. Ante una situación tal, nuestro cuerpo experimentará una serie de reacciones.

En primer lugar, el monóxido de carbono penetrará rápidamente en la sangre y parte de la hemoglobina se transformará en carboxihemoglobina.

De este modo los eritrocitos no puede transmitir oxígeno a las células y tejidos del cuerpo. Hay que tener en cuenta que las células nerviosas dependen del oxígeno.

Por este motivo una intoxicación de este tipo afecta en primer lugar al sistema nervioso. Lo que provocará dolores de cabeza, náuseas y descoordinación.

4. Sufrir una hipotermia

Cuando exponemos nuestro cuerpo de manera prolongada al frío, el organismo lo que busca es reducir la pérdida de calor.

Para ello recurre a la contracción de los vasos sanguíneos. Este mecanismo de supervivencia permite mantener una mayor cantidad de sangre caliente; que es lo que necesitan los órganos internos para su buen funcionamiento.

La exposición al frío prolongada causa cambios en las células de los tejidos. Cuando esto ocurre no es recomendable beber alcohol. Sí lo hacemos contribuiremos a la expansión de los vasos sanguíneos, que nos conducirá a incrementar la pérdida de calor en el cuerpo.

5. Insolación

Cuando nuestro cuerpo sufre una insolación sufrimos un sobrecalentamiento, no sólo de la piel, sino también de la superficie del cerebro. Esto provoca la vasodilatación, y puede incluso provocar un edema cerebral.

Si la insolación es muy fuerte y nos falta oxígeno, las neuronas morirán. Esto en cambio no se puede sufrir en un solarium, porque ahí exponemos nuestro cuerpo a los rayos UV que son incapaces de causar un aumento de la temperatura corporal.

6. Hambre

Si nuestro cuerpo sufre hambre el organismo empezará a reducir su nivel de glucosa en sangre. El cuerpo necesita mantener estos niveles y para lograrlo empezará a usar sus reservas. Estas reservas se encuentran en forma de glucógeno en el hígado y en los músculos.

Cuando un cuerpo tiene hambre lo primero que se ve afectado son nuestros propios músculos. Se producirá la reducción del tejido adiposo si el cuerpo se queda sin reservas de glucosa.

Tras esto el cuerpo comenzaría a gastar la reserva de proteína, lo que provoca una debilitación de los huesos y dientes, y el sistema inmunológico también se debilita.

Si sufrimos un déficit de proteínas sufriremos la enfermedad denominada Kwashiorkor. Con ella comenzaremos a hincharnos, y acabaríamos padeciendo una distrofia del miocardio.

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