Por qué ser introvertido podría ser una ventaja en tiempos de pandemia
La cuestión sobre cómo la personalidad afecta la capacidad de evitar la soledad es valiosa para entender la manera en la que las personas pueden mantener su salud mental durante la pandemia de COVID-19 y su impacto en la vida diaria.
A principios de la pandemia, se especulaba que las personas con carácter introvertido podrían tener una ventaja al retrasar la soledad debido al hecho de que su bienestar se basa en menos interacciones sociales que sus contrapartes extravertidas y sociables. Sin embargo, en ese momento había muy pocos datos sólidos para respaldar esta aserción debido a que los encierros, las cuarentenas y el distanciamiento social eran fenómenos nuevos.
De acuerdo con el estudio más reciente, Danièle A. Gubler y sus colegas de la Universidad de Bern sugieren que la introversión podría efectivamente ser un rasgo benéfico para ayudar a alejar la soledad. Pero, “un rasgo único no es suficiente para brindar protección”, citan los autores. La fórmula para adaptarse al estrés de la vida en pandemia incluye, con igual grado de importancia, las estrategias que usan las personas para regular sus emociones para que puedan mantener la soledad a raya.
“Hay dos tipos básicos de estrategias de regulación emocional que las personas tienden a usar cuando se enfrentan a situaciones desafiantes -indicaron los investigadores de la Universidad de Berna-. Hay personas que son adaptativas, en cuanto a que ayudan a otros a sentirse mejor. La segunda categoría incluye a aquellos que son maladaptativos, solamente avivan las llamas de sentimientos desagradables”.
Con este antecedente, el equipo suizo de investigación buscó evaluar la combinación de la personalidad más las estrategias de regulación de emociones para predecir quién tendría más probabilidades de sufrir consecuencias de salud a causa de COVID como soledad y consecuencias mentales. Su muestra se integró por un 80% de mujeres, con una edad promedio de 32 años y se realizó un tiempo en la que la mayoría de los restaurantes y negocios estaban cerrados y las reuniones de más de 5 personas estaban prohibidas.
Cerca de la mitad de los encuestados indicaron que trabajaban desde casa, el 42% dijo que estaban trabajando más de lo usual y el 18 perdió su trabajo o habían tenido que dejarlo temporalmente. Un total del 42% estaban en una relación amorosa permanente y el 21% tienen hijos.
Para medir la soledad, el equipo de investigación dividió este estado subjetivo negativo en tres componentes: intimidad (carecer de compañerismo), relacional (carecer de personas con las cuales hablar), colectivo (sentir una baja relación con otros). Para medir el bienestar, los autores utilizaron una clasificación de 5 elementos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que pedía a los participantes que indicaran con qué frecuencia habían experimentado sentimientos como estar de buen humor, relajados o activos en los últimos 7 días. Además, Gubler integró en las puntuaciones de las medidas de resultado de bienestar dos medidas estándar de ansiedad y depresión. Una breve prueba en línea proporcionó puntajes en introversión/extraversión, así como el nivel de neurosis, otro rasgo que los autores creían que podría tener relevancia para el estudio.
Finalmente, al abordar la regulación de las emociones, los autores pidieron a los participantes que calificaran su uso de estrategias de regulación de las emociones adaptativas y desadaptativas.
Los hallazgos revelaron que aquellos con alto nivel de introversión que fueron capaces de recurrir a estas estrategias adaptativas de regulación de las emociones fueron los más capaces de preservar su bienestar y alivio de la soledad. A los extrovertidos les fue peor a lo largo del período del estudio principalmente porque en lugar de utilizar estrategias de regulación emocional adaptativa, tendían a reprimir su desesperación. Las personas con alto nivel de neurosis también sufrieron durante el curso del estudio debido a sus niveles excesivos de preocupación y ansiedad.
“La introversión puede ser una ventaja para evitar la soledad -sugiere la especialista en comportamiento de la Universidad de los Andes de Colombia, Mariona Briozzo-, pero solo cuando se combina con la capacidad de aprovechar las propias habilidades internas para enmarcar las emociones negativas de una manera más positiva”. De hecho, los hallazgos generales del estudio revelaron que cuanto más tiempo transcurría en la pandemia cuando los participantes completaron las medidas, más probable era que sus estrategias de regulación emocional adaptativa preservaran su salud mental.
En general, los hallazgos también apoyaron el argumento teórico sostenido por los autores de que la personalidad por sí sola no puede predecir quién se adaptará más favorablemente a las circunstancias cambiantes de la vida. Como concluyeron, “el estudio concluyó que la personalidad puede no relacionarse uniformemente con el bienestar, pero que las asociaciones pueden cambiar dependiendo de eventos específicos de la vida o circunstancias ambientales”.
En resumen, la personalidad como introvertido o extrovertido no es el único factor que afecta la capacidad para hacer frente a las vicisitudes de la vida. Lo que parece importar más para la realización y la satisfacción es la forma en que se regulan las emociones cuando esas vicisitudes estresan los recursos.