¿Conocés el origen del arbolito de Navidad?

Por estos días, las calles, iglesias y hogares de muchas partes del mundo están adornadas con los típicos arbolitos de Navidad, uno de los símbolos más populares de estas fiestas.

Son muchos los que creen que la costumbre de engalanar un árbol para celebrar la Navidad proviene de Estados Unidos y que en realidad es poco o nada religiosa.

Sin embargo, el origen del árbol de Navidad es puramente europeo y tiene un significado cristiano, aunque sus raíces se encuentran en religiones y culturas mucho más antiguas.

Antes de que los primeros cristianos llegaran al norte de Europa, los antiguos germanos, los indios y los egipcios ya adornaban ramas verdes con luces para expulsar los malos espíritus.

Los antiguos habitantes de Europa colocaban incluso manzanas y otros frutos sobre algunos árboles para recibir la primavera y honrar a dioses como Frey, señor del sol y la fertilidad, y Thor, dios del trueno en la mitología nórdica y germánica.

El giro se produjo en el siglo VII, cuando según la leyenda, San Bonifacio, evangelizador de Alemania, arrancó de cuajo el árbol que representaba a esos antiguos dioses paganos. En su lugar plantó un abeto, que por su hoja perenne simbolizaba el amor eterno de Dios a los hombres

Después lo adornó con manzanas y con velas, imagen de la luz de Jesucristo. La tradición se fue enriqueciendo poco a poco y los alemanes, empezaron a utilizar otros elementos ornamentales como estrellas, bolas de cristal, espumillón y dulces.

La costumbre de adornar con él el salón de las casas surgió poco a poco en el siglo XVII en las regiones alemanas de Alsacia, Renania-Palatinado y Baden.

En la calle, el primer árbol de Navidad se colocó en 1878 en el famoso mercado de Navidad del Niño Jesús, en Núremberg, en el sur de Alemania. Todavía hoy, ese mercadillo es uno de los más tradicionales del país y el árbol que se coloca en el centro, uno de los más espléndidos y majestuosos.

Con el tiempo, los pinos y sus figurillas de adorno fueron haciéndose más asequibles y los alemanes, eternos viajeros, lo llevaban allí donde marchaban en busca de un futuro mejor.

De este modo, fueron los cerca de seis millones de alemanes que desde finales del siglo XIX hasta principios del XX abandonaron Alemania rumbo a Estados Unidos, los que dieron a conocer esa tradición en tierras americanas.

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