Mitos de la Independencia argentina: ¿verdaderos o falsos?
Hace 200 años, cuando se declaró la Independencia de las Provincias Unidas en América del Sud, se originaron algunos mitos respecto de tal período que incluyen relatos sobre qué medios de transporte se usaban, hasta el extravío del acta original y las imágenes que retratan ese momento histórico de Argentina.
«Uno de los mitos que más me llama la atención es el de esas láminas en donde vemos al pueblo aferrado a las rejas de la ventana de la Casa Histórica de Tucumán desde la calle, cuando en realidad todo ocurría en un salón que estaba mucho más adentro, pasando un patio interno», contó a Télam el historiador Daniel Balmaceda.
«Es decir, no había forma de ver desde la calle lo que ocurría adentro. Las ventanas interiores no tenían rejas y solo por cuestiones de seguridad las llevaban las de afuera», agregó el autor de libros sobre historias insólitas y romances turbulentos de la historia argentina.
La designada Casa Histórica de Tucumán era una vivienda que pertenecía a Francisca Bazán, casada con el comerciante español Miguel Laguna, que se construyó en la década de 1760.
Todo el frente de la Casa se utilizaba como negocio de venta de productos, como era habitual en aquella época, relató el historiador.
«Uno alquilaba su frente para que alguien vendiera en un negocio productos de bazar por ejemplo», explicó y agregó que «la parte que estaba alquilada por el gobierno de Tucumán era la de atrás, el famoso salón».
«También suele decirse que los diputados se trasladaban hacia Tucumán en galera, cuando en realidad ése era uno de los carruajes más livianos y el más difícil de utilizar en caminos que se podían embarrar con facilidad»
En este sentido, una de las creencias que también ha circulado es que la casa se conservó cuando «en realidad se tiró abajo en 1904 por un decreto del presidente Julio Argentino Roca», contó Balmaceda.
«Solo se decidió preservar el salón donde se juró la independencia», resumió.
Luego se construyó un magnífico templo para preservar el salón y se hizo un frente más característico de comienzos del siglo XX.
«También suele decirse que los diputados se trasladaban hacia Tucumán en galera, cuando en realidad ése era uno de los carruajes más livianos y el más difícil de utilizar en caminos que se podían embarrar con facilidad», describió el autor.
«El primer transporte que se iba a quedar con un poco de barro iba a ser siempre la galera», contó Balmaceda pero señaló que Manuel Belgrano fue el único que usó este medio de transporte por cuestiones de salud y para estar un poco más cómodo, y así llegó a Tucumán el 5 de julio.
Mientras, el resto de los diputados se desplazó en otro tipo de carruajes.
Otro de los mitos tiene que ver con el Acta Original de Declaración de la Independencia, «que formaba parte de un libro que se perdió», señaló el historiador.
«Se lo robaron al chasqui (mensajero), Cayetano Grimau, que traía papeles y libros del Congreso a Buenos Aires cuando cruzaba el territorio de Córdoba», contó.
«Le pusieron un trabuco (un arma de fuego antigua) en la cabeza y le quitaron la valija donde traía todos esos papeles y nunca se recuperaron», agregó.
Por lo tanto, lo que nosotros vemos como documentos de la Declaración de la Independencia «en realidad son copias manuscritas, o luego impresos, pero no el acta original del momento en que la firmaron a primera hora de la tarde el martes 9 de julio», aseveró Balmaceda.
«Suele ser más conocido lo que ocurrió el 25 de mayo de 1810 que lo que pasó el 9 de julio de 1816, porque lo primero se tradujo en algo muy concreto: había un hombre que mandaba, el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, y una revolución en torno a eso», distinguió el historiador sobre ambas fechas históricas.
Cisneros luego fue depuesto y pasó a tomar el mando un nuevo grupo de personas que conformaron la Primera Junta de Gobierno.
«En cambio, la declaración de la Independencia no tuvo como consecuencia algo concreto de una manera tan inmediata», consideró el historiador.
Sobre ambas fechas, también señaló que se recuerdan más a los nueve integrantes de la Primera Junta (Cornelio Saavedra, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, Juan José Paso y Mariano Moreno) que a los 29 diputados que declararon la independencia.
«Ya desde el punto de vista de la formación como estudiantes nos costaba mucho menos recordar los nueve nombres de la Primera Junta, que los 29 de la Independencia que además venían acompañados de un territorio», mencionó el historiador.
Más allá de los mitos que también forman parte de nuestra historia, la Declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816 fue fundamental para el naciente país porque completó el ciclo revolucionario iniciado en 1810 y estableció la liberación definitiva de la corona española.
Este año se conmemora su Bicentenario y así el recuerdo de lo que marcó el inicio de la organización constituyente de la nación argentina.