Las personas malhabladas serían mejores como amigas

Todos tenemos un amigo o un conocido que ya a esta altura se ha convertido en un maestro del insulto. A algunos esas personas les resultan molestas y hasta tratan de mantenerlas lejos de los niños. Otros, en cambio, envidian el talento con el que estas personas han logrado manejar el arte del discurso «malapalabrado». Pero lo que es inédito, es que ahora la ciencia les de a estos seres un lugar especial dentro del escalafón de amistades. 

O sea que decir groserías no te hace una mala persona. Al contrario, puede hacerte una muy buena amiga, además de ser más feliz e incluso tener un mejor vocabulario.

 “Las maldiciones solo han sido de breve interés para los psicólogos y lingüistas. La ausencia de investigación sobre el habla emocional ha producido teorías del lenguaje inexactas. Las maldiciones son palabras que no debemos decir, por lo tanto, las palabras de maldición en sí mismas son poderosas”, escribe el psicólogo Timothy Jay de Massachussets College en su estudio ‘Por qué maldecimos: una teoría neuro-psico-social del habla’.

En dicha investigación, Jay y la psicóloga Kristi Janshchewitz descubrieron que las personas que hablan con muchas groserías durante el día tienden a ser mejores amigos.

La razón es que quienes maldicen son mucho más honestos, incluso, se descubrió que los presuntos criminales que maldecían en los interrogatorios tenían más probabilidades de ser inocentes. Contrario a los que sí eran culpables, que intentaban permanecer tranquilos para no ser descubiertos.

En pocas palabras dicen, que quienes usan groserías son más honestas, expresivas y tienen mejor manejo del lenguaje.

“Las personas que usan palabras tabú entienden su contenido expresivo general, así como las distinciones matizadas que deben dibujarse para usar los insultos de manera apropiada”.

“La capacidad de hacer una distinción matizada indica la presencia de más conocimiento, en lugar de menos conocimiento linguistico”.

El dolor también se va maldiciendo

De acuerdo con dicho estudio, los ‘malhablados’ pudieron mantener su mano sumergida en agua helada durante un 50% más que quienes decían palabras neutrales, con lo que determinaron que maldecir realmente podría reducir nuestra sensibilidad al dolor.

Así que la próxima vez que te digan ‘Las princesas no dicen groserías’, sáca tus argumentos científicos y si es necesario, demuestra tu gran inteligencia. 

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