Por qué en Japón los jefes NUNCA felicitan a sus empleados

«¡Cállate!», gritó el hombre que presidía la mesa dentro de una oficina en una gran empresa en Japón. Todo el mundo se detuvo y miró a Keiko Sakurai, quien inmediatamente se dio cuenta del error que había cometido.

Ocurrió hace años, cuando Sakurai trabajaba como auxiliar de contable. El hombre (quien le gritó) era su cliente, un ejecutivo de una compañía de servicios energéticos que rondaba la cuarentena.

Y, según el protocolo tradicional japonés —respetar a tus mayores; mostrar deferencia al trabajador de mayor jerarquía— ella sabía que él podría justificar haberle alzado la voz.

El hombre había estado criticando sus métodos de contabilidad mientras tomaba unas copas después del trabajo junto a sus colegas.

Sakurai se defendió diciendo que sus prácticas eran las adecuadas. Pero el hombre continuó quejándose. Así que Sakurai afirmó que sus métodos cumplían lo estipulado en el contrato.

«Fue entonces cuando me gritó», recuerda Sakurai.

«Rompí las normas de la jerarquía y contradije a mi superior. Incluso aunque yo tenía razón no estaba en posición de contradecirlo».

No importaba que los métodos de Sakurai fueran los correctos o que aquel hombre aprobara la mayor parte de su trabajo. Según la jerarquía laboral japonesa, un feedback positivo es algo que se escucha muy raramente.

Los negocios en Japón se manejan según sus propias normas, diferentes a las de los países occidentales o incluso a las de otras naciones asiáticas.

Y, para quienes trabajan por primera vez como directivos en Japón, la manera adecuada de explicar a sus empleados su evolución en la empresa puede resultar chocante.

Reinventando el «feedback»

En lenguaje japonés tradicional no existía ninguna palabra para describir el anglicismo feedback (que se utiliza en español como sinónimo de respuesta u opinión que nos da un interlocutor sobre algo que hacemos).

Simplemente no se hacía, explica Sharon Schweitzer, directora ejecutiva de Protocol and Etiquette Worldwide y experta en la integración de directivos en países extranjeros.

Al final tuvieron que inventar una palabra: fīdobakku. Pero todavía no se practica.

«Si tu jefe en Japón no te dice nada, significa que lo estás haciendo bien», explica Schweitzer. «Y si te pide una revisión del proyecto, entonces significa que no lo estás haciendo tan bien», agrega.

Los jefes en Japón no suelen pedir a sus empleados que les pongan al día sobre sus actividades porque se espera que lo hagan todo el tiempo.

Es un proceso llamado hou-ren-sou y significa que los subordinados deben enviar correos electrónicos a sus jefes durante todo el día para explicarles cuándo se van a comer, el porcentaje del proyecto que ya terminaron o cuándo hacen una pausa para el café. Todo.

Para los directivos extranjeros puede ser tentador responder con elogios y felicitaciones por haber acabado parte del proyecto, por ejemplo. Pero «no lo hagan», advierte Schweitzer.

«Si les contestan y les dicen que hicieron un buen trabajo, tanto ustedes como ellos quedarán mal. Simplemente den las gracias o no contesten».

Pensar a largo plazo

Tal vez piensen que la actitud de un directivo extranjero es la mejor para las revisiones anuales en la empresa.

Pero las entrevistas personales con el jefe para discutir el rendimiento tampoco se hacen, dice Taro Fukuyama, directora ejecutiva de AnyPerk, una startup que ofrece servicios para mejorar la felicidad en el trabajo. Llamar a un empleado a la oficina para ese tipo de reunión probablemente le genere pánico.

La mejor manera de hablar sobre su rendimiento, dice Fukuyama, es irse con ellos de copas. Japón tiene una tradición llamada nomikai, según la cual los colegas y sus jefes salen a beber juntos, normalmente en bastantes cantidades y hasta tarde.

En cualquier caso, ese tipo de «feedback» con cervezas y sake suele enfocarse en lo que se hizo mal.

La razón, explica Fukuyama, es que los empleados en Japón no suelen cambiarse de empresa.

FUENTE: BBC

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