Estudio revela que los adultos no son tan felices en EE.UU.

¿Eres feliz? ¿Muy feliz? Si tienes 30 años o más, aumentan las probabilidades de que digas que «no».

Así lo determinó un estudio publicado online a principios de noviembre por la revista Social Psychological and Personality Science, cuyas conclusiones coinciden en buena medida con las de un informe reciente según el cual los índices de fallecimiento de la gente de mediana edad han estado aumentando, en parte por suicidios y abusos de drogas y alcohol.

«Se supone que con la edad viene la felicidad y la satisfacción personal. El que eso ya no suceda es asombroso», expresó Jean Twenge, profesora de la Universidad Estatal de San Diego que dirigió el estudio. Twenge escribió el libro «Generation Me», que analiza a los adultos jóvenes, sus actitudes y las influencias que los formaron.

A partir de datos de principios de la década de 1970, Twenge y sus colegas comprobaron que los adultos de 30 años para arriba eran antes más felices que los adultos más jóvenes y que los adolescentes. Pero con el correr de los años esa tendencia se ha revertido: los mayores ya no expresan tanta felicidad y los menores se muestran más contentos.

Otros expertos que estudian la felicidad dicen que han sacado conclusiones parecidas. Atribuyen el cambio de tendencia a una cantidad de factores, incluidas presiones económicas –y lo que algunos describen como la «inseguridad económica» prevaleciente en estos tiempos– y la comprobación de que no pueden hacer lo que se les ocurra, como alguna vez se les dijo.

Es de notar que, a pesar de todo, una de cada tres personas se describen como «muy felices» en Estados Unidos. Ha habido un aumento significativo en la cantidad de adolescentes que se consideran «muy felices». En los 70 un 19% de los estudiantes del 12do grado se describieron así y en la década actual el 23%. Entre los adultos de 30 años para arriba, en cambio, se pasó del 38% de los 70 al 33% actual.

Hay quienes dicen que la cantidad de información disponible en la actualidad contribuye a hacer que nos sintamos abrumados. Esto se sima a la desaceleración económica de la última década, por lo cual la vida y la carrera profesional cada vez se hace más difícil y frustrante.

Es por ello quizás que Twenge y sus colegas especulan que los jóvenes no tienen tantas preocupaciones económicas como los mayores de 30 años.

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