Estudio: Beber alcohol reduce el tamaño del cerebro
El año pasado, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Oxford concluyó que beber cualquier cantidad de alcohol es dañino para el cerebro; de hecho, relacionaron el consumo moderado de alcohol con un menor volumen de materia gris (esa zona cerebral que tiene un alto contenido de cuerpos celulares neurales y juega un papel importante en el sistema nervioso central).
El estudio incluyó a 25.378 participantes del Biobanco del Reino Unido, un estudio a largo plazo que investiga el desarrollo de problemas de salud. Los investigadores observaron el consumo de alcohol de cada persona, determinado mediante cuestionarios, así como resonancias magnéticas del cerebro y otros datos personales, como la edad, la educación y el estilo de vida, como el tabaquismo. Un mayor volumen de consumo de alcohol por semana se asoció con una menor densidad de materia gris, llegando hasta un 0,8% de reducción en el volumen de materia gris.
La literatura científica sobre los efectos de beber alcohol con moderación siempre ha dado resultados mixtos. Por un lado, algunos estudios han encontrado que una copa de vino tinto al día puede evitar enfermedades como la diabetes tipo 2, la osteoporosis, el alzhéimer y las enfermedades cardíacas. Pero los resultados de este estudio fueron claros: «no hay una dosis segura de alcohol para el cerebro» y dicen que el consumo moderado está relacionado con «efectos adversos en el cerebro más generalizados de lo que se reconocía anteriormente».
Prácticamente todo el cerebro parece verse afectado por el consumo de alcohol y no solo áreas específicas, como se pensaba anteriormente, afirmaron los autores. No hay una relación saludable entre el consumo excesivo de alcohol y el cerebro.
Ahora, un nuevo estudio ha hallado un vínculo más fuerte, aún si cabe, respecto al consumo de alcohol, incluso en niveles que la mayoría consideraría moderados (unas cuantas cervezas o copas de vino a la semana), y sus riesgos para el cerebro.
Los investigadores dirigidos por expertos de la Universidad de Pensilvania analizaron los datos de más de 36.000 adultos, encontrando que el consumo de alcohol de leve a moderado era asociado con reducciones en el volumen cerebral general. Emplearon datos biomédicos, observando específicamente resonancias magnéticas cerebrales que se pueden usar para calcular el volumen de materia blanca y gris en diferentes regiones del cerebro.
A más alcohol, un cerebro más pequeño
El vínculo se hizo más fuerte cuanto mayor era el nivel de consumo de alcohol; así, en personas de 50 años, a medida que el promedio de consumo de alcohol entre las personas aumentaba de una unidad de alcohol (alrededor de media cerveza) al día a dos unidades (una pinta de cerveza o una copa de vino), se producían cambios asociados en el cerebro como el equivalente al envejecimiento de dos años. Beber de dos a tres unidades de alcohol a la misma edad era como envejecer tres años y medio.
«El hecho de que tengamos una muestra tan grande nos permite encontrar patrones sutiles, incluso entre beber el equivalente a media cerveza y una cerveza al día», aclara Gideon Nave, líder del estudio que publica la revista Nature Communications.
Los resultados se sostuvieron controlando las variables de confusión como la edad, la altura, el sexo, el tabaquismo, el nivel socioeconómico, la ascendencia genética o el lugar de residencia. También corrigieron los datos de volumen cerebral para el tamaño total de la cabeza.
Pasar de cero a una unidad de alcohol no supuso una gran diferencia en el volumen cerebral, pero pasar de una a dos o dos o tres unidades al día se asoció con reducciones tanto en la materia gris como en la blanca.
“No es lineal. Empeora cuanto más bebes”, dicen los autores.
“Existe alguna evidencia de que el efecto de beber en el cerebro es exponencial. Entonces, una bebida adicional en un día podría tener más impacto que cualquiera de las bebidas anteriores ese día. Eso significa que reducir el último trago de la noche podría tener un gran efecto en términos de envejecimiento cerebral”, concluye Remi Daviet, coautor del trabajo.
Los investigadores esperan que estos hallazgos inciten a los bebedores habituales a reconsiderar cuánto beben.