España admite no estar preparada para un ataque zombi

El Gobierno de España admitió que carece de un «protocolo específico» para un apocalipsis zombi, aunque mostró sus dudas de que «muertos y reanimados por arte de brujería» puedan atacar al país.

El Ejecutivo de Mariano Rajoy respondió en ese tono jocoso al senador Carles Mulet, que a fines de febrero registró en la Cámara alta la pregunta: «¿Qué protocolos tiene adoptados el Gobierno ante la posibilidad de un apocalipsis zombi?».

El senador del partido valenciano Compromís protestaba de ese modo por «la mala calidad» y la falta de concreción en las respuestas del Gobierno a preguntas parlamentarias concretas. El Ejecutivo recogió la ironía en su respuesta oficial de hoy.

El texto difundido por los medios españoles se basa en las diversas definiciones de «apocalipsis» y «zombi» que ofrece la Real Academia Española.

Al hablar de la acepción de «apocalipsis» como «fin del mundo», señala el texto, el Gobierno admite «que no dispone de protocolos específicos para dicha eventualidad, entre otros motivos, porque poco se puede hacer llegado ese momento».

Si el ataque plantea solo una «situación catastrófica», segunda definición de «apocalipsis», «España dispone de un sistema global de procedimientos concretos y de protocolos de prevención de las emergencias», añade la respuesta gubernamental.

El texto también descarta actuaciones previstas ante zombis definidos como «persona que se supone muerta y reanimada por arte de brujería con el fin de dominar su voluntad», pero detalla la reacción frente a la segunda acepción que de «zombis» que ofrece la RAE: «atontados».

«España y sus administraciones públicas disponen de diversas líneas de actuación, aunque el Gobierno duda de que quienes se pudieran encontrar en las circunstancias descritas en la citada definición —por muchos que sean— puedan llegar a protagonizar una situación de apocalipsis como por la que se interesa Su Señoría».

El partido Compromís mostró su disconformidad con la respuesta. En un comunicado lamentó que el Gobierno no haya respondido «la primera de las dos preguntas (y la verdaderamente importante)», la que se refería a la mala calidad o burla habitual en las respuestas a preguntas escritas.

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