Ciencia: No vayas al doctor por la tarde
Según un estudio nuevo, el tan temido por los médicos “adormilamiento de las tres de la tarde” es real y podría afectar la atención de la salud de los pacientes.
De acuerdo con el estudio, publicado en JAMA Network Open, los médicos solicitaron menos análisis para detectar cáncer de mama y de colón en los pacientes durante las últimas horas del día, en comparación con las primeras horas de la mañana. Todos los pacientes fueron programados para análisis, pero los índices de solicitudes fueron más altos en los pacientes que tenían su cita aproximadamente a las ocho de la mañana. Hacia el final de la tarde, los índices se redujeron entre un 10 y un 15 por ciento. ¿Las causas probables? El retraso y la fatiga por la toma de decisiones.
En el cuidado de salud primario, los médicos se retrasan porque la carga de trabajo es intensa. Para cumplir con todo lo que debemos hacer con la cantidad de pacientes habitual, los médicos de atención primaria deben pasar entre once y dieciocho horas diarias para atender cuestiones preventivas y crónicas, además de atender problemas nuevos.
Por cada hora que pasamos con los pacientes, dedicamos entre una y dos horas a actualizar el historial médico en nuestros registros electrónicos. Por tratar de incluir todo lo posible, terminamos sintiéndonos como el conejo blanco de Lewis Carroll: en un atraso constante, mirando el reloj, agobiados, apresurándonos para pasar de un paciente a otro.
La fatiga por la toma de decisiones (otra explicación para los descubrimientos del nuevo estudio) es la erosión progresiva del autocontrol a medida que tomamos cada vez más decisiones.
La descripción más famosa de la fatiga por decisiones es de un estudio sobre jueces israelíes que debían decidir si otorgaban la libertad condicional o no. Había mayores probabilidades de que a un prisionero se le concediera libertad condicional en las primeras horas de la mañana o justo después del descanso; la probabilidad de obtener la libertad condicional bajaba a medida que se extendían las sesiones del tribunal. Las probabilidades de obtener la libertad condicional justo antes del descanso o del almuerzo fueron prácticamente nulas.
La fatiga por decidir es la razón por la que las concesionarias de autos te ofrecen opciones caras e innecesarias al final de haberte mostrado toda una serie de elecciones y es por ella también que los supermercados tienen todos esos dulces justo en la zona de cajas.
Tu médico no es inmune. En un estudio de 2014, mis colegas investigadores y yo descubrimos que los médicos recetan menos antibióticos innecesarios para infecciones respiratorias durante las primeras horas de la mañana, pero que las recetas innecesarias aumentaban gradualmente durante el día. Descubrimos que el mismo médico, atendiendo al mismo paciente, tenía un 26 por ciento más probabilidades de recetar antibióticos a las cuatro de la tarde en comparación con las ocho de la mañana.
A medida que los médicos se sentían más fatigados, se limitaban a hacer lo más sencillo: recetar antibióticos en lugar de tomarse el tiempo de explicarles a los pacientes por qué no son necesarios. Es posible que a medida que avanzaba el día, el temor de los médicos a tener pacientes decepcionados, insatisfechos, enojados o beligerantes creciera cada vez más. La voluntad de confrontar esos temores probablemente menguaba y más pacientes se marchaban de la clínica con antibióticos innecesarios en mano.
Este mismo patrón de médicos que recurren a la decisión más sencilla al final del día se ha presentado en los casos de una menor tasa de vacunación contra la influenza, de mayor prescripción de opioides para el dolor de espalda y en la disminución del lavado de manos por parte de los médicos.
A los doctores nos gusta considerarnos (y quizá también a la gente) personas que toman decisiones racionales, pero los tratamientos cambian dependiendo del momento del día.
¿Qué se puede hacer? La mitad de la batalla está ganada si sabemos que el problema existe, intentamos preparar un plan para subsanar el error y tomamos un descanso rápido. No obstante, establecer horarios de descanso obligatorio no reduce la cantidad de trabajo pendiente. En efecto, mejorar la eficiencia de los registros electrónicos del historial de salud actuales podría ayudar a que las cosas avancen con más fluidez en el consultorio.
La mayoría de las pruebas de detección de cáncer y los servicios preventivos podría hacerlos el personal de apoyo sin necesidad de consultas cara a cara. Esto les permitiría a los médicos concentrarse en la atención necesaria en el momento. Sin embargo, eso requiere de grandes cambios en la mayoría de los datos para seguros médicos, que en gran medida solamente reembolsan las consultas en persona.
Es probable que los médicos no sean los únicos con dificultades al final del día. En el estudio nuevo, en un comparativo hecho un año después los índices de análisis que se hacían pacientes que tenían citas por la tarde seguían siendo menores. La fatiga del final del día tal vez haya provocado que hasta los pacientes fueran menos propensos a hacer los arreglos necesarios para practicarse los análisis de detección de cáncer después de acudir a la consulta.
Si los médicos recibiéramos un salario basado en la calidad de la atención que brindamos en lugar de las consultas, las clínicas y los sistemas de salud podrían asegurarse de que, al final del día, los pacientes y los médicos tengan recordatorios más efectivos de sus citas de seguimiento, más personal de apoyo e incluso consultas más largas.
Entonces, ¿qué puedes hacer cuando te das cuenta de que tienes una cita a las cuatro de la tarde para una revisión? Porque es cierto que no todo el mundo puede acudir a una cita por la mañana. Pues prepárate: investiga qué tipo de análisis podrías necesitar en la consulta y colabora con tu médico para determinar cuál es el adecuado para ti. Una vez que te indiquen los análisis o las pruebas de seguimiento que debes hacerte, prográmalos de inmediato.
Por último, considera tomarte una taza de café antes de tu visita.
FUENTE: NYTIMES. Jeffrey A. Linder, autor de esta nota es profesor y jefe del departamento de medicina interna general y geriatría en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern.