Los beneficios del silencio para nuestra salud mental
El silencio ha demostrado ser un gran aliado que contribuye a nuestro bienestar emocional. Por ello, encontrar un espacio para disfrutar de la ausencia del ruido exterior es importante para conectar con nuestro interior.
Pero lejos de conocer los beneficios que el silencio nos puede regalar, en muchas ocasiones tratamos de evitarlo, de llenar ese “vacío” que pensamos que deja. ¿Por qué?
La comunicación acústica nos distrae, nos conecta con el exterior, nos interpela y nos invita a relacionarnos con lo que sucede fuera. Es cómoda porque nos aleja de nuestra interioridad, que es donde residen nuestros mayores retos para ser felices y vivir con equilibrio y bienestar emocional.
El silencio, en cambio, no atrae nuestra atención hacia el exterior, sino hacia nuestra “comunicación interior”, que engloba nuestros pensamientos, emociones, sueños, miedos, etc. Por ello, vivir hiperconectados al ruido exterior es una estrategia de supervivencia que nos evita esfuerzos mentales y emocionales.
No obstante, es el exceso de ruido el que impacta de forma negativa tanto en nuestra salud física como mental. Respecto a la primera, siempre queda afectada cuando nuestro organismo no puede gestionar los estímulos por hipersensibilidad, por falta de recursos internos o ante estímulos excesivos que colapsen el sistema. Así sucede con los ruidos, a más hipersensibilidad de la persona o más volumen del estímulo, más riesgo habrá sobre nuestra salud auditiva, cardíaca o mental. De igual forma, el sueño se puede ver alterado.
En cuanto a la salud mental, la exposición a una alta contaminación acústica repercute en nuestro cerebro, que incrementa su actividad, generando procesos emocionales de estrés, ansiedad e irritabilidad.
Motivos para practicar el silencio
El silencio ayuda a vivir con una mente consciente, ordenada y que puede lidiar mejor con nuestro “yo interior”. La interioridad mal gestionada es fuente de desequilibrios emocionales y mentales que afectan a nuestra salud física y mental, así como a nuestras relaciones, rendimiento y, en definitiva, a nuestra satisfacción vital.
De acuerdo con un estudio publicado en la revista Brain Structure and Function en 2013 con ratones, se probó que el silencio fue el único estímulo que ayudaba a largo plazo a la neurogénesis, es decir, al proceso por el que se generan nuevas neuronas a partir de células madre y progenitoras.
Podemos clasificar las ventajas del silencio en tres grupos.
Capacidad de autogestión
Nuestro día a día está repleto de situaciones que pueden generar un impacto emocional, por lo que es muy conveniente que la mente tenga su espacio para descansar, ordenar y reparar tanta hiperestimulación, algo que aporta el silencio. Si en lugar de respetar estos momentos, seguimos estimulados por el exterior, el cerebro no puede afrontar, gestionar y reparar los estímulos diarios, por lo que acaba agotándose innecesariamente.
Relajación y reducción del estrés
A menor impacto de estímulos externos, menos esfuerzo necesita hacer el cerebro. La relajación permite una mayor calidad emocional. Asimismo, vivir con niveles bajos de estrés favorece la salud del sistema inmunológico.
Salud física y mental
Un cerebro que puede autogestionarse y estar relajado facilita, como consecuencia, la salud global de la persona.
Cómo disfrutar del silencio
Aunque parezca tarea sencilla, “practicar” el silencio requiere de tiempo, algo que en muchas ocasiones no tenemos. Para disfrutar de sus beneficios, existen dos pasos necesarios:
- Buscar un espacio para estar en silencio, tanto de día como de noche, “en momentos productivos de trabajo e, igualmente, cuando estemos relajados”. La especialista sugiere llevar a cabo el ejercicio de reflexionar acerca de qué emociones positivas y negativas nos provoca.
- El silencio debe ir acompañado de quietud. Por ello, es importante relajar nuestro cuerpo y respirar conscientemente.