Guernica: 80 años después de la masacre

El 26 de abril de 1937, la «Legión Cóndor» de la aviación alemana lanzó, durante horas, numerosas bombas y proyectiles sobre la ciudad vasca de Guernica. Un millar de los 5.000 habitantes que allí vivían murieron por las explosiones. Hoy, ochenta años después, los familiares de las víctimas esperan un gesto de disculpas por parte del Estado español.

Aquella matanza de inocentes, ocurrida dos años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, en apoyo a Francisco Franco, representó una muestra del horror que sembrarían luego los nazis a lo largo de toda Europa.

Se estima que fueron destruidos el 70% de los edificios de esa ciudad, en lo que constituyó el primer bombardeo aéreo sobre una población civil.

El ataque fue inmortalizado por el pintor malagueño Pablo Picasso, quien en su taller de la Rue des Grands-Augustins, en París, plasmó la obra que sería también reconocida por su expresionismo abstracto.

El cuadro, sin embargo, fue criticado por algunos de los seguidores de la Segunda República como el poeta Louis Aragon, quien dijo que no conseguía la eficacia semántica del realismo socialista, según informó el diario español El País.

Picasso pintó el Guernica -que muestra a una mujer cargando con su hijo muerto, a un toro y partes desmembradas de cuerpos- en tiempo récord, y la entregó a las autoridades en la primera quincena de ese mes de 1937.

Con los años, y a despecho de las ideologías, el grandioso mural se convirtió en un símbolo de la lucha contra el fascismo y la barbarie de la guerra que, sin duda, será admirado por futuras generaciones.

Para Iñaki Anasagasti Oleabeaga, senador por el Partido Nacionalista Vasco (PNV), enfatizó que «hay que exigirle al rey Felipe VI que, como heredero directo de un dictador que designó a su padre como Jefe del Estado, pida perdón en nombre de una humanidad que quiere que estas barbaridades no vuelvan a repetirse».

El legislador del PNV recordó que en 2009 el entonces presidente alemán, Roman Herzog, pidió perdón como mandatario del Estado alemán por la destrucción que había hecho de Guernica el régimen nazi.

Sin embargo, después del ataque nazi, la propaganda franquista dijo que los defensores de la República incendiaron Guernica para culpar a los golpistas.

Algunos historiadores dijeron que el objetivo franquista era destruir un puente que nunca fue alcanzado durante el bombardeo a esa ciudad.

Adolfo Hitler como Mussolini apoyaron a Franco en la guerra civil, enviando tropas y equipamiento militar que resultaron decisivos para el triunfo nacionalista.

Para el historiador Alejandro Simonoff, «Guernica fue una muestra de la firme colaboración de las potencias fascistas con los rebeldes franquistas, deseosos no sólo de la destrucción material sino también simbólica de la Segunda República Española; también fue una muestra de los tiempos sombríos que se avecinaban».

Ochenta años después del bombardeo a esa ciudad vasca, ya no quedan dudas sobre quiénes fueron sus autores.

Durante el juicio de Nüremberg, donde fueron juzgados varios jerarcas nazis, el jefe de la aviación germana, Hermann Goering, señaló: «La guerra civil española nos dio una oportunidad para poner a prueba a mi joven fuerza aérea, así como para que mis hombres adquieran experiencia».

Sin duda, los nazis querían que el bombardeo de Guernica sirviera de lección parar sus enemigos que observaban con pasividad el rearme alemán luego de su derrota en la Primera Guerra Mundial.

La flota alemana estaba compuesta por unos 60 aviones, que lanzaron bombas de gran calibre, de hasta 250 kilos, junto con artefactos incendiarios.

Hoy, ochenta años después, gracias a la genialidad del pincel de Picasso, los aullidos de las víctimas de Guernica parecen más audibles que nunca.

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