«Me enamoré de otro»: ¿Qué hago?

Puede ser una de las decisiones más importantes de la vida y en general no se toma con la cabeza fría. Cuando uno está en una relación estable y se enamora de repente de otra persona, la sensación no suele ser de mariposas en el estómago. Lo que hay es culpa, vergüenza y miedo a perderlo todo: el entorno conocido, los hijos, los amigos, la familia. ¿Tiene sentido renunciar a todo lo construido?

Los hombres entre 35 y 40 años son más propensos a enamorarse de otra mujer, aunque por supuesto no son los únicos. Los afectados suelen sentir que les falta algo en su pareja. A diferencia de lo que pueda creerse, a muchos hombres que están llegando al final de los 30 lo que les falta no son ni el sexo ni el erotismo, sino chispa. Quieren recobrar la sensación de que la vida es algo alegre, que puede traer consigo novedades. Y esa novedad se convierte a veces en un nuevo vínculo amoroso.

Sin embargo, es entonces cuando empiezan los problemas. Según los especialistas, en el momento en que uno se enamora de otra persona debe plantearse la pregunta de qué se propone realmente. Quien quiere iniciar una nueva relación, debe hablar cuanto antes con su pareja. Si se está indeciso, lo mejor es tomar distancia de los dos personas y ver hacia dónde tira el corazón.

Esta ambivalencia no es gratis: puede traer problemas de sueño y quitar muchas energías. Quien inicia una segunda relación debería ser muy honesto consigo mismo y tomarse en serio sus propios sentimientos. Cada uno debe decidir si hablará con su pareja de este nuevo vínculo o lo mantendrá en secreto para no lastimarla. Sin embargo, la mayoría de los especialistas considera que si se está seguro de que, interiormente, uno se separó del otro, lo más justo es comunicarlo.

Los psicólogos que trabajan con terapia de pareja aconsejan a los afectados sincerarse sobre sus propios deseos, anhelos y temores. Hay que tener coraje para preguntarse algunas cosas, y en muchos casos también es necesario contar con apoyo. Lo que no sirve es concentrarse únicamente en el dilema.

Si los dos miembros de la pareja están dispuestos a reencontrarse y elaborar juntos lo sucedido, una terapia de pareja puede ser una posibilidad coherente para reconstruir la relación. Sin embargo, cuando la terapia no sirve para revivir el vínculo, lo mejor es pensar en una separación. Lo mismo vale cuando lo que se busca y necesita ya no está dado por la relación actual. Que uno se enamore de otra persona tampoco significa de forma automática que hasta ese momento estuvo con la persona equivocada.

Si se presenta una crisis de este tipo, lo mejor que puede hacer una pareja es hablar, algo que se suele olvidar en la rutina diaria, donde muchas veces el diálogo se limita a frases como «¿podrías llevar el auto al taller?».

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