Los Idus de marzo: Un día de infamia por el asesinato de Julio César
El sangriento asesinato de Julio César el 15 de marzo del año 44 a.C. marcó para siempre el 15 de marzo, o los (o las) idus de marzo, como un día de infamia. Desde entonces ha fascinado a estudiosos y escritores.
Sin embargo, para los antiguos romanos que vivían antes de aquel acontecimiento, un idus no era más que uno de los muchos términos comunes del calendario que se utilizaban para señalar los acontecimientos lunares mensuales. Los idus marcaban simplemente la aparición de la luna llena.
Pero los romanos pronto aprenderían a tener cuidado con los idus de marzo. Esa frase icónica convertida en dicho popular en muchas lenguas ha llegado a representar un día de cambio abrupto, desencadenando una ola de repercusiones en toda la sociedad romana y más allá.
¿Por qué conspiraron para matar a César?
En la época de César, Roma tenía un Gobierno republicano establecida desde el siglo VI a. C, que encabezaban dos cónsules con poderes conjuntos. Los pretores estaban un escalón por debajo de los cónsules en la cadena de poder y se ocupaban de los asuntos judiciales. Un cuerpo privilegiado de ciudadanos, el Senado, proponía la legislación, que las asambleas populares generales aprobaban por votación. Se estableció un cargo temporal especial, el de dictador, que sólo se utilizaba en épocas de extrema agitación civil.
Los romanos no querían a los reyes. Según la leyenda, expulsaron al último en el año 509 a.C. Aunque César había rechazado públicamente las ofertas de reinado, no se mostró reacio a aceptar el cargo de «dictador vitalicio» en febrero del 44 a.C. Esta acción pudo haber sellado su destino en la mente de sus enemigos.
César ya había sobrepasado los límites durante algún tiempo antes de su muerte. «César fue el primer romano vivo que apareció en la moneda», declaró Josiah Osgood, historiador de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos), a Nat Geo en 2004; «normalmente, este honor estaba reservado a las deidades». Osgood señala que algunos historiadores sospechan que César podría haber intentado establecer un culto en su honor en un movimiento hacia la deificación.
Los conspiradores, que se autodenominaron «los libertadores», tuvieron que actuar con rapidez, ya que César tenía previsto abandonar Roma para una campaña contra los partos (en el actual Irán). Dos días antes de su partida, fue convocado al Senado para lo que sería una fatídica reunión. Los conspiradores se reunieron en torno a César y lo apuñalaron hasta la muerte mientras el resto del Senado romano observaba horrorizado.
¿Quién fue Bruto y que papel jugó en el asesinato?
Todavía hoy se discute si César fue o no un verdadero tirano. Sin embargo, se puede afirmar que en la mente de Marco Bruto, que ayudó a planear el atentado, estaba clara la amenaza que César suponía para el sistema republicano.
En Julio César, de William Shakespeare, Bruto aparece como un héroe trágico, mientras que César aparece como un tirano inequívoco. En la obra, César ve a Bruto entre la multitud de asesinos y reconoce la traición con su último aliento: «¿Et tu, Bruto?«.
La implicación de Bruto en el asesinato se hace trágica dada su estrecha relación con César. Su madre, Servilia, era una de las amantes de César. Y aunque Bruto había luchado contra César durante la reciente guerra civil de Roma, se salvó de la muerte y más tarde fue ascendido por César al cargo de pretor.
Bruto, sin embargo, estaba dividido en su lealtad a César. La familia de Bruto tenía una tradición de rechazo a los poderes autoritarios. A su antepasado Junius Brutus se le atribuye la expulsión del último rey de Roma, Tarquino el Suberbio, en 509 a.C. Ahala, un antepasado de la madre de Marco Bruto, había matado a otro tirano, Espurio Melio. Este linaje, unido a un gran interés por la idea griega del tiranicidio, hizo que Bruto tuviera poca paciencia con quienes percibía como acaparadores de poder.
El golpe final llegó cuando su tío Catón, una figura paterna para Bruto, se suicidó tras perder en una batalla contra César en el 46 a.C. Es posible que Bruto sintiera vergüenza por aceptar la clemencia de César y a la vez la obligación de honrar a Catón continuando su búsqueda para «salvar» a la República de César, especuló Osgood.
Es este dilema moral el que ha provocado el debate sobre si Bruto debe o no ser calificado de villano. La Vida de Bruto de Plutarco, señaló Osgood, es bastante comprensiva en comparación con los documentos conservados en los que se nombra a otros enemigos de César y sus sucesores.
Legado del atentado
El Julio César de Shakespeare se basó en el relato de Plutarco sobre Bruto. El poeta Dante, sin embargo, adoptó una postura diferente: Bruto, al matar al hombre que le perdonó la vida, estaba condenado a los niveles más bajos del infierno.
Los eruditos no se ponen de acuerdo sobre quién estaba del lado del bien. Pero al final, la opinión pública romana se volvió contra los asesinos y el legado de poder que César estableció perduró a través de su heredero Octavio, que más tarde, en el 27 a.C., se convirtió en el primer emperador de Roma, y pasó a ser conocido como Imperator Caesar Augusto.