La ciencia revela cuánto espacio hay que dejar entre peatones

La forma en que la gente camina en público es una fuente de frustración aparentemente infinita. Caminar demasiado despacio, pisarle los talones de alguien, pasar por encima del hombro sin más que un lamento; es como si siempre hubiera alguien con una concepción nula del espacio personal o incluso de las cortesías sociales más básicas.

Pero a pesar de todas nuestras quejas, cuando la mayoría salimos por la puerta principal, generalmente intentamos evitar que otros se interpongan en el camino. Y, a fin de cuentas, las colisiones entre extraños en la vereda son bastante raras. En el peor de los casos, por lo general es solo un leve encuentro incómodo.

Recientemente un grupo de físicos analizó los movimientos de los peatones en una estación de tren holandesa, y descubrieron qué nos impide estrellarnos más seguido contra nuestros compañeros de aceras.

La respuesta es el espacio: al menos 75 centímetros, para ser exactos. Según el estudio, eso es lo que se necesita para evitar toparse con otros peatones.

Utilizando sensores superiores como los de una consola Wii, los investigadores analizaron los movimientos de más de 5 millones de peatones en la estación de Eindhoven, en los Países Bajos, en el transcurso de seis meses. El lugar seleccionado fue una pequeña subsección de un corredor con solo dos carriles de tráfico.

La gran mayoría de las veces, a las personas que pasaron por esta área les gustaba mantener una distancia promedio de al menos 75 centímetros. E incluso cuando se acercaron demasiado, cambiaron inconscientemente su camino para evitar a los demás.

El equipo identificó que de esos 5 millones de peatones, 9.000 pares de desafortunados viajeros (solo el 0.18 por ciento) estaban en camino de chocarse entre sí. Pero la mayoría evitó el incidente.

«Cerca de 40 pares de estos chocaron entre sí», dice el coautor Alessandro Corbetta, investigador en dinámica de peatones en la Universidad de Tecnología de Eindhoven. «Las parejas restantes adaptaron sus senderos hasta que estuvieron separados por al menos 140 centímetros y, por lo tanto, pudieron evitar una colisión».

Esto significa que, de todos los movimientos observados en este corredor en particular de la estación de tren de Eindhoven, en realidad solo el 0.000016 por ciento resultó en un roce contra la burbuja personal de otra persona.

Los hallazgos han llevado a los autores a concluir que «mientras se encuentran en movimiento, los peatones adaptan continuamente sus caminos para preservar las distancias de confort mutuo y evitar colisiones».

El siguiente paso fue utilizar todos esos datos para desarrollar y entrenar un modelo computarizado que pudiera predecir los movimientos de peatones en un espacio abarrotado. Los autores esperan que el modelo resultante no solo mejore la planificación urbana y las instalaciones civiles, sino que también aumente nuestra comprensión de la dinámica de fluidos.

Porque mientras la mayoría de nosotros pensamos en el agua cuando escuchamos la palabra «fluido», cuando los físicos hablan de fluidez, su imaginación se vuelve loca y consideran todo, desde bandadas de pájaros hasta peces en un cardumen, o incluso, tal vez, peatones en una multitud.

«Siempre trato de ir un paso más allá en la complejidad de los movimientos peatonales», dice el  coautor Federico Toschi, experto en física aplicada y matemáticas en la Universidad de Eindhoven. «Sueño con comprender finalmente la dinámica de toda una densa multitud».

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