El libro de la semana: «Al este del Edén», de John Steinbeck
«Les contaré una de las historias más grandes, quizás la más grande de todas: la historia del bien y del mal, de la fuerza y la debilidad, del amor y el odio, de la belleza y la fealdad. Intentaré demostrarles cómo estos opuestos son inseparables: cómo ninguno puede existir sin el otro». Con estas palabras Steinbeck narraba su ambicioso plan de escribir esta gran novela.
Su intención original era contarle su historia familiar a sus hijos, utilizando para ello el recurso que mejor manejaba: la escritura. De modo que esta obra tiene mucho de autobiográfico. Steinbeck necesitaba contar su historia, pero también necesitaba llegar a todos los lectores y no sólo a sus propios familiares.
«Quizás finalmente pueda escribir este libro. Todo el experimento ha terminado. O escribo el libro o no lo hago. No puede haber excusas. La forma no será sorprendente, la escritura será sobria y sencilla, los conceptos duros, la filosofía clásica pero fresca. En cierto sentido serán dos libros: la historia de mi país y la mía propia.
Elijo escribir este libro para mis hijos. Ahora son niños pequeños y nunca sabrán de dónde vinieron a través de mí, a menos que yo se lo diga. No está escrito para que lo lean ahora sino cuando sean mayores y los dolores y las alegrías los hayan despeinado un poco. Y si el libro va dirigido a ellos es por una buena razón. Quiero que sepan cómo fue, quiero decírselos directamente y tal vez hablándoles directamente hable directamente también con el resto de mis lectores».
«Creo que quizás sea el único libro que he escrito. Creo que sólo hay un libro para un hombre. Es cierto que un hombre puede cambiar o estar tan deformado que se convierta en otro hombre y tenga otro libro, pero no creo que sea así conmigo».
El libro comienza describiendo el Valle de Salinas, región de donde proviene la familia de Steinbeck y en la que tendrá lugar la mayor parte del libro. Inmediatamente conocemos a los Hamilton, familia encabezada por Samuel, un hombre que llega desde Irlanda junto a su esposa y que se instala en uno de los terrenos más áridos de la zona. Samuel va a ser uno de los personajes más bellos del libro. Es un hombre ocurrente, lleno de ideas, muy sabio y muy gracioso, que a pesar de trabajar como una mula y de inventar cientos de cosas que le facilitan la vida a sus vecinos, es pobre.
Samuel va a ser uno de los personajes que marcará el compás moral dentro de la novela, y a quien acuden los vecinos en busca de consejos y de palabras de aliento.
Una vez que conocemos a Samuel, su esposa Liza y a sus hijos, pasamos a los Trask. A diferencia de los Hamilton, los Trask van a ser una familia muchas veces disfuncional, sus miembros pueden ser tiranos o violentos, pero también los hay soñadores y pacíficos. Es dentro de esta familia en donde quizás la metáfora de Caín y Abel se va a ver reflejada con más nitidez.
La primera vez que lo vemos es con Adam y Charles, ambos hijos de Cyrus Trask pero de distintas madres. Los hermanos mantienen una relación extraña aunque no deja de ser fuerte y hasta afectuosa podría decirse. Sin embargo, ambos hermanos sufren permanentemente los embates de Cyrus, situación que muchas veces los llevará a enfrentarse entre ellos.
Si bien los personajes más importantes de esta historia dentro de las dos familias son Samuel, Adam, Charles, Cal y Aron, puede ser una buena idea ir armando dos árboles genealógicos con las familias Hamilton y Trask completas como para no perdernos, aunque cada uno de los personajes está tan bien delineado y presentado por Steinbeck que casi no van a necesitar un cuadro para guiarlos con los nombres.
Como decíamos, la historia de Caín y Abel va a ir asomando muchas veces a lo largo de esta novela. De hecho, en uno de los capítulos en el cual Samuel, Adam y Lee discuten qué nombre ponerle a los mellizos, Steinbeck dedica unas páginas al análisis de estos versículos de la Biblia, a la idea de si existe justicia en la decisión de Dios de valorar el obsequio de Abel más que el de Caín y sobre cómo nos afectan hasta el día de hoy las circunstancias del que se considera el primer asesinato de la historia de la humanidad.
Steinbeck nos deja varias claves de lectura en este sentido al hablar con su editor:
«Sobre la naturaleza de los Trasks y sobre el significado de sus símbolos, te dejo que lo descubras por ti mismo. Hay una clave y hay muchas pistas. Creo que descubrirás la historia bastante rápido a pesar de su sonido inocente en estas páginas. Ahora bien, el sonido inocente y el ligero ocultamiento no se hacen como trucos sino simplemente para que cada hombre tome de este libro el equivalente a lo que como lector pueda aportar. No sería bueno confundir a un hombre poco leído con afirmaciones filosóficas profundas. Éste puede enfrentarse a mi libro simplemente disfrutando de la historia superficial e incluso comprender el resto de las otras quizás a nivel inconsciente. Pero, por otro lado, un lector experimentado se alegrará de encontrar los secretos escondidos en este libro casi como si buscara un tesoro, pero nunca debemos decirle a nadie que están aquí. Que se encuentren por accidente. He cometido el error de decírselo a mis lectores antes y nunca volveré a cometer ese error».
Una de estas claves se encuentra dentro del capítulo 4, en una carta que Charles va a escribir a Adam y que Steinbeck recomienda leer con tranquilidad de modo de no tener que volver a sus páginas una vez avanzado el libro.
Más allá de los lazos familiares y de las curiosas historias detrás de cada uno de estos personajes (con algunos se van a reír muchísimo), quizás quien queda grabado a fuego en la memoria de todos los que han leído «Al Este del Edén» es el personaje de Cathy.
Cathy irrumpe en el capítulo 8 de esta novela, y según las palabras con las que Steinbeck la presenta, es un verdadero monstruo. Y el autor no exagera en su consideración, Cathy es la encarnación del demonio desde pequeña y va a protagonizar algunas de las escenas más escabrosas dentro de este libro. Steinbeck reconoce que le costó escribir episodios tan tremendos, pero que lo hizo con el convencimiento de que las personas monstruosas, las personas que no sienten culpas, ni empatía y que son pura maldad, realmente existen. Y necesitaba exponerlo en su novela.
Cathy es mala, y lo es porque sí. No hay nada que justifique su maldad, no hay nada que la redima. Simplemente es una persona rota, a la que «le falta algo» para ser humana como dicen quienes la conocen.
Cathy va a afectar de un modo o de otro la vida de todos los personajes, sobre todo la de Adam, con quien va a terminar teniendo dos hijos mellizos: Cal y Aron, quienes acaso sean las personas más cargadas de simbolismo dentro de esta novela. Son realmente dos personajes maravillosos, que ante un Adam que los ignora por completo van a ser educados por Lee, el criado de la casa.
Steinbeck no se priva de nada y nos obsequia también especies de micro ensayos reflexionando sobre distintos temas y que sirven para abrir y darle marco a algunos de sus capítulos. Hay quienes opinan que perfectamente estos párrafos hubiesen constituido un gran libro aparte, lo cierto es que logran generar una pausa dentro de la lectura. Son instantes en que nos detenemos y reflexionamos junto a Steinbeck acerca de la naturaleza del ser humano y cómo se relaciona con la época en la que le toca vivir.
Los ejes sobre los que gira esta novela son el bien y el mal, la familia, los celos, la culpa, los valores que nos conducen. ¿Somos responsables de nuestras elecciones o somos víctimas de nuestra herencia y de las cicatrices que arrastramos? ¿Cómo decidimos afrontar las cosas que la vida nos pone por delante? ¿Existen personas buenas o malas, o los seres humanos somos una lucha permanente entre lo oscuro y lo luminoso que llevamos dentro?
Esta novela se lee sola. Mi edición tiene unas 700 páginas y avanzás sin darte cuenta. El estilo es directo, ameno y en tiempo lineal, pero detrás esta historia que parece superficial encontramos una sustancia poderosa y profunda que nos deja pensando sobre la naturaleza del ser humano.
Cuando lleguen al capítulo 34 les recomiendo sentarse tranquilos con lápiz en mano y disfrutar de una de las joyas más hermosas que van a encontrar dentro de una novela. También les recomiendo leer «Journal of a Novel: The East of Eden Letters», un diario que Steinbeck escribió al mismo tiempo que la novela y que constituye una verdadera cátedra sobre literatura.
Un clásico de la literatura norteamericana que todos deberían leer.