Consejos para armar una huerta en casa
¿Te decidiste a cultivar tus propios alimentos? ¡Felicitaciones! Además de embellecer el espacio y ahorrarte el gasto por la compra de algunas frutas y verduras, vas a comer mucho más sano y más fresco. Nuestro primer consejo: no te apures.
Practicá la paciencia con tu pequeña huerta personal y, al poco tiempo, te maravillarás con los resultados.
La zona
Antes que nada, definí el espacio que destinarás para el cultivo. No te olvides de elegir una superficie soleada (o que reciba los rayos del sol el máximo de horas posible), así que alejate de las sombras o de los árboles que puedan crearlas. Si tenés animales domésticos, protegé el terreno con un pequeño cerco.
El tamaño
Se calcula que con una parcela de 10 x 10 metros se pueden obtener productos de la tierra que alimenten a cinco personas durante todo un año. Pero si tu vida es urbana al 100% y tu espacio disponible es una terraza o un balcón, ¡no te desanimes! Miles de personas disfrutan ya de sus cultivos sembrados en simpáticas y prácticas macetas.
La tierra
La elección de la tierra es fundamental para el éxito de tu huerta personal: se recomienda optar por tierra fértil libre de malezas y contaminantes. Hay muchas probabilidades de que debas enriquecerla con nutrientes, y no olvides controlar su humedad, sobre todo si tu proyecto se desarrolla en macetas o canteros.
El experto
Llegados a este punto, y para que te sientas más segura, te recomendamos un poco de asesoramiento: comprate un manual de huerto o jardín, o bien visitá el vivero más cercano y enterate de cuáles son las características locales de la tierra y del clima, y cuáles son las variedades que más alegrías te pueden dar.
Las semillas
Una vez identificadas cuáles son todas tus posibilidades, elegí las semillas que prefieras, en función de su precio (no olvides que algunas son más caras pero que garantizan un mejor cultivo), de las frutas y verduras que más te gusten, y del tiempo que estás dispuesta a esperar. ¡Ya estás a punto de crear tu propio huerto!
El cuidado
Riego y abono. Esos son los puntos básicos que deberás tener en cuenta antes de que el tomate o la albahaca salten a tu plato. Recordá que existen especies más agradecidas, como las verduras de hoja verde, pues crecen más rápidamente y requieren menos atención (al contrario que los tubérculos o las raíces, que necesitan más tiempo). Y que la lechuga, los rabanitos o la rúcula responden muy bien a los cultivos poco profundo, como los de las macetas.
Una vez superada la primera cosecha, podés animarte a elaborar tu propio compost (el fertilizante natural) o crear un pequeño invernadero. O hasta a seguir un curso para aprender más ¡No te arrepentirás!