La soñada abadía que celebra 1.000 años y tenés que conocer

Este mes, hace exactamente 1.000 años, comenzó la construcción de una magnífica isla frente a las costas de Francia que, al elevarse contra toda lógica sobre las agitadas aguas del océano Atlántico, se convertiría en un símbolo perdurable de la fortaleza nacional.

La abadía medieval del Mont Saint-Michel, una cascada de muros y contrafuertes que descienden de una elevada aguja central, es una creación espectacular que ha desempeñado un papel crucial en la historia de Francia a lo largo de los siglos.

Hoy, cuando se cumple un milenio desde el inicio de su construcción, es una de las atracciones turísticas más populares del país fuera de París, a veces abrumada por su propia popularidad hasta el punto de que sus guardianes han instado a la gente a mantenerse alejada.

La abadía, situada frente a la costa de Normandía, al oeste de París, ha atraído a legiones de peregrinos a lo largo de los siglos. Hoy atrae a 1,3 millones de turistas al año.

«En 1.000 años, su silueta se ha convertido en un emblema del universalismo francés», escribió en Twitter el 5 de junio el presidente de Francia, Emmanuel Macron, tras una visita oficial al lugar. «Su abadía, el símbolo de lo que somos: un pueblo de constructores».

Para celebrar el cumpleaños de la abadía, el Mont será sede de conciertos, conferencias y un espectáculo visual llamado «Solsticio del Milenio» el 23 de junio, que contará con un espectáculo de luces sin precedentes. Los visitantes también podrán disfrutar de una exposición sobre su historia y arquitectura hasta noviembre de 2023.

Testigo de la historia

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Emergiendo de una bahía flanqueada por las regiones de Normandía y Bretaña, rodeada de arenas movedizas, la abadía gótica del Mont Saint-Michel se alza sobre su pueblo y los gruesos muros de la fortaleza.

Cuando sube la marea, el Mont emerge del agua como una Atlántida francesa, una maravilla arquitectónica enclavada en un bello paisaje natural. En 1979 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Una «unión del genio humano y la naturaleza», comentó el presidente Macron en un discurso para celebrar el milenio de la abadía.

Apodada la «maravilla del mundo occidental», la historia del Mont se remonta al año 709, cuando se erigió en la roca un santuario en honor de San Miguel Arcángel. Se convirtió en un lugar sagrado que siguió evolucionando desde el siglo XI hasta el XVI.

La abadía ha sido testigo de momentos clave de la historia de Francia, sobre todo al convertirse en fortaleza durante la Guerra de los Cien Años de los siglos XIV y XV y sobrevivir a un asedio de 30 años por parte de los británicos.

Se convirtió en prisión durante la Revolución Francesa del siglo XVIII. En 1863, 14.000 prisioneros habían pasado una temporada en la «Bastilla de los Mares», donde las mareas y las arenas movedizas hacían imposible escapar. Las familias de los presos sustituyeron a los peregrinos que antes paseaban por las callejuelas del pueblo.

Fue durante la Belle Époque, anterior a la Primera Guerra Mundial, cuando el monumento se convirtió gradualmente en la atracción turística mundial que conocemos hoy. Uno de sus hitos más populares es la famosa posada de la Mère Poulard, que lleva el nombre de su fundadora, la brillante cocinera Annette Poulard y que recibe visitantes desde 1888.

En 1944, el escritor Ernest Hemingway, por aquel entonces corresponsal de guerra, se sentó supuestamente a la mesa de la Mère Poulard para describir las hazañas del desembarco del Día D, incluida una de las batallas decisivas para la liberación de Francia y Europa, que tuvo lugar a pocos kilómetros del Mont Saint-Michel, cerca de la ciudad de Avranches, completamente destruida.

Preocupación por el turismo excesivo

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El Mont Saint-Michel siempre ha sido muy popular, atrayendo a millones de peregrinos a lo largo de su historia.

«Hace siglos era el mayor lugar de peregrinación de Occidente, por delante de Santiago de Compostela», explica Thomas Velter, director general del Establecimiento Público Nacional del Mont Saint-Michel.

En la actualidad, cerca de 3 millones de personas visitan el lugar cada año, y algunos fines de semana están más concurridos que de costumbre. El fin de semana de la Ascensión, en mayo, el lugar se vio desbordado por los visitantes entre las 11 A.M. y las 3 P.M., una cifra que alarmó a los responsables y que normalmente solo se espera en pleno verano boreal.

«Vendimos 10.500 entradas en la abadía, todo un récord», declaró Velter a CNN. «El fin de semana de la Ascensión suele ser bastante concurrido, pero en este caso era mucha gente al mismo tiempo».

En total, había unas 33.000 personas en el lugar, lo que no es un récord en sí mismo, pero sigue siendo mucho para el Mont, que suele esperar esta cantidad de turistas en agosto, época de temporada alta.

«Es sobre todo el visitante el que sufre, porque la visita del Mont es menos cómoda», explica Velter a CNN. «Desde la pandemia de covid-19, los turistas toleran menos los días abarrotados como este porque pudieron saborear la alegría de visitar sitios sin apenas visitantes».

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Con las celebraciones del milenio, las cifras iniciales para 2023 sugieren que el Mont Saint-Michel seguirá siendo una atracción turística muy popular, lo que plantea algunos problemas para su docena de habitantes, sus tiendas y su paisaje natural.

«No creo que sea algo bueno para los comerciantes, hosteleros y restaurantes, porque sencillamente no pueden seguir el ritmo de la demanda de los clientes. El Mont Saint-Michel tiene una circunferencia de un kilómetro cuadrado y una calle comercial. Cuando pones a más de 5.000 personas en un momento determinado en la calle, no creo que sea muy agradable», dijo Velter.

En un esfuerzo por aumentar la sostenibilidad, los autobuses que conectan el recinto funcionan ahora con biocombustibles en lugar de diésel. Mientras tanto, se insta a los visitantes a explorar la zona de la bahía en general durante las horas pico, de 11 A.M. a 3 P.M., y a aprovechar el estacionamiento gratuito después de las 6:30 P.M.

«Se pueden aprovechar las visitas a la naturaleza y en barco que hemos organizado, por ejemplo. Aquí hay focas, anguilas y salmones del Atlántico», dijo Velter. «Lo que a menudo olvidamos es que allí se encuentra la mayor colonia de delfines de Europa, así que también es una oportunidad para descubrir el Mont Saint-Michel de otra manera».

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