La pandemia provocó un aumento de la miopía del 40%
La pandemia de Covid dio, involuntariamente, la oportunidad de numerosos experimentos controlados para conocer qué sucede cuando se cambia una de las variables. El hecho de que las poblaciones hayan tenido que cambiar drásticamente sus rutinas, que se hayan tenido que cerrar escuelas, ciudades y países les dio la oportunidad a científicos e investigadores de saber qué pasa, por ejemplo, con la deficiencia de la visual conocida como miopía para acercarse a las causas de la condición.
En la Argentina, concretamente, un grupo de investigadores encontró que la progresión de esta afección -que borronea los objetos lejanos- en el país avanzó aceleradamente por el encierro obligatorio en el que particularmente los niños miraban a la naturaleza por la ventana o a través de dispositivos. Y no fue poco el aumento, sino de un 40% en promedio respecto de lo esperado y medido antes de la pandemia.
“Evaluamos 154 pacientes de entre 6 y 12 años de cada uno de los 16 profesionales que participamos del estudio y cuyo aumento del grado de miopía, medido en dioptrías, era de -0,25 por año entre 2018 y 2019. Cuando volvimos a medirlos después de la pandemia, hacia fines de 2020 aumentaron entre -0,50 a -0,75″, dice Carolina Picotti, oftalmóloga pediátrica del Centro Médico Lisandro de la Torre en Villa María (Córdoba), una de las líderes del estudio. Y aclara: “Y solamente en promedio, porque algunos casos llegaron al -1,50″
El trabajo -que ratifica el factor ambiental como origen de la miopía- había tenido una versión en preprint en The Lancet y luego fue publicado en la revista Oftamología Clínica y Experimental. Hoy fue presentado y comentado en el contexto del Primer Congreso Internacional e Interdisciplinario de Miopía en la Usina del Arte, en el barrio porteño de La Boca. Los resultados exhiben parte de las consecuencias del confinamiento y corrobora estudios hechos en otros países, que también tuvieron que tomar decisiones similares para detener al Covid. “Se suponía que acá sucedía lo mismo con la miopía, pero siempre es importante tener datos propios, no meramente proyectar lo que llega de otros países”, subrayó Picotti.
Salgan al sol
Pero los resultados acerca de la miopía y los problemas de visión exceden a la pandemia y en el fondo muestran un déficit de naturaleza a la hora de criar los niños; o, lo que es decir lo mismo, un exceso de pantallas (que incluso en 2020 reemplazaron a los docentes en vivo). Eso fue lo que remarcaron otros especialistas durante el congreso que se llevó a cabo hoy en Buenos Aires, con la participación de unos 300 profesionales y expertos de Ecuador y México, además de los locales. Para ellos, está claro que generar actividades al aire libre reduce tanto la aparición como la progresión de la miopía. “Si los chicos pudieran estar siempre al aire libre sería lo ideal. Los pacientes (con miopía) deben estar entre una y dos horas al aire libre, entre balcón, terraza y recreo; aunque sea, que saquen las cabezas por la ventana para tener luz natural”, enfatizó Gabriela Rodríguez, de la Universidad Nacional de Rosario, y miembro del grupo de estudios de miopía en la Argentina.
“A más luz natural, menos progresión de la miopía”, sintetizó por su parte Rodolfo José Aguirre, consultor en oftalmopediatría y estrabismo del Hospital Austral de Pilar. La receta es dos horas por día de luz como un ideal o 14 horas semanales para acortar la progresión de la miopía. Incluso, contó Aguirre, hay estudios en China que muestran que apenas 40 minutos diarios de luz natural disminuye el 10% esa misma progresión de la condición. Estos conocimientos incluso deberían extenderse a decisiones de diseño arquitectónico, por ejemplo, para escuelas y colegios a la hora de pensarlos iluminados con luz natural (a las razones de salud se suman también económicas y ambientales, desde ya).
Todos con anteojos
Lo cierto es que los datos y las proyecciones resultan alarmantes: hacia 2050, la mitad de la población mundial será miope, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Asia, son incluso desoladores y se espera llegar al 90% en el mismo plazo. ¿Es que hay algo en los genes asiáticos que predispone para estas fallas de la visión? Aporta Rafael Iribarren, consultor en oftalmología y director científico del Congreso de Buenos Aires. “Los asiáticos no tienen diferencias genéticas respecto de europeos o africanos”, dice de manera contundente, también adjudicando a razones ambientales (o de carencia de ambiente natural) la explicación de que en China hace 60 años había 10% de miopía y hoy en niños es de 90%; en todo caso, recalcó Iribarren, podría haber mecanismos epigenéticos, pero basados en esas malas condiciones de ausencia de luz natural y exceso de pantallas.
¿A padres miopes, hijos miopes? Otra vez: aumenta la posibilidad de que se traslade la condición, pero no es algo totalmente determinante, dice Aguirre. “Esas 14 horas semanales recomendadas de una vida a la luz natural acortan la miopía también en caso de ambos padres miopes”, dijo. Y agregó otro dato, “la miopía progresa menos en verano, cuando la gente tiende a estar más afuera, que en invierno”. Los números que, por su parte, aportó en otra de las sesiones María Marta Galán, ex jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital de Niños Sor María Ludovica de La Plata e integrante del Grupo Miopía Argentina, marcan que la miopía no es un tema menor a la hora del cuidado de salud de los niños: “Es la patología ocular más frecuente, principal causa de disminución visual en los niños y en Sudamérica pasará a una incidencia mayor al 50% en 2050, además de que empieza a edades más tempranas y progresa más rápido”, dijo.
En síntesis, cierra Picotti, ante la aparición de síntomas el consejo es aire libre, aire libre, aire libre, además de los tratamientos con profesionales especializados. “La miopía puede limitar el crecimiento del niño en cuanto a interacción con el entorno y limita los deportes y el trato con pares; no es sólo algo que se soluciona con anteojos, hay que ver al ojo como un todo”, concluyó.
FUENTE: LN