La Cacería Salvaje, el origen de un mito aterrador
La Cacería Salvaje es una leyenda de origen nórdico en la que un personaje, asociado normalmente con el dios nórdico Odín, lidera a un grupo de fantasmas y demonios que, acompañados de perros infernales, aterrorizan a todo aquel que se cruza en su camino. Aquella tremenda visión era un símbolo de malos augurios o de terribles catástrofes para todos aquellos que tenían la mala suerte de contemplarla.
Existe un singular mito del folclore europeo que está presente en la mayoría de los países del viejo continente. Se trata de la conocida como «cacería salvaje». En la península ibérica, esta historia se halla presente en muchas regiones a lo largo y ancho de nuestra geografía, como una herencia de la tradición celta que tiene como protagonistas a las banshees irlandesas, unos espíritus femeninos que anuncian la muerte. En León, por ejemplo, es conocida como Huéspeda; Estantigua, en Castilla; en las Hurdes, Genti de Muerti; en Asturias, Güestia, y en Galicia tenemos la famosa Santa Compaña.
El argumento principal de esta aterradora historia en todos los casos siempre es el mismo: una vez cae la noche, un grupo de almas perdidas, a menudo lideradas por una figura asociada con el dios nórdico Odín en el caso de las leyendas germánicas, o el dios celta Arawn, acompañadas de caballos o de una jauría de perros, inician una persecución desenfrenada y que no tiene fin, por caminos y bosques, sobre todos aquellos que tienen la desgracia de cruzarse con tan lúgubre séquito.
En realidad, para los folcloristas, este tipo de historias eran frecuentes en la Edad Media como presagios. Se usaban para vaticinar una plaga, una guerra, o incluso la muerte del desgraciado que tuviera la mala fortuna de presenciar tan horrible visión.
MITOS PAGANOS
Se decía que los desafortunados que se cruzaban en el camino de esta espectral cacería podían arrojarse al suelo y sentir cómo las gélidas patas de los infernales animales les pisoteaban la espalda, o bien podían ser «cazados» y correr el riesgo de ser abandonados lejos de su casa, morir por la embestida o, tal vez peor aún, convertirse en un integrante más de la partida. También existía la creencia de que quienes se cruzasen con aquellos espectros podían ser arrastrados al inframundo. Incluso se decía que las almas de las personas podían ser arrancadas de sus cuerpos durante el sueño para participar en la infernal cacería.
Pero ¿de dónde surge este mito? El famoso autor de cuentos Jacob Grimm, el mayor de los hermanos Grimm, fue el creador de la imagen que se tiene en la actualidad de esa infernal partida de caza en su obra Deutsche mythologie, publicada en 1835. En pleno romanticismo, Jacob creyó que las leyendas folcloricas de su época tenían sus raíces en los antiguos mitos paganos germanos, y que habían sido desvirtuadas por el tiempo y por la influencia del cristianismo, que vio en ellas una manera de desacreditar las antiguas creencias.
UNA VERSIÓN DE ODÍN
Pero Jacob Grimm, que era escritor y no antropólogo, cometió varios errores en su obra, como el hecho de mezclar fuentes de períodos distintos. De este modo, y ya en el siglo XX, los expertos revisaron su obra y situaron el inicio de la leyenda en la Edad Media. Fue en aquella época cuando, al parecer, empezó a difundirse por todo el continente y a adaptarse a lo largo de los siglos. Con todo, el gran merito de Jacob Grimm fue el de dar a aquella leyenda el nombre con el que todo el mundo la conoce: Wilde Jagd (cacería salvaje).
Según Grimm, la Cacería Salvaje estaba liderada por una versión teutona del Odín escandinavo, el dios Wotan, que se transformaba en un ser oscuro y terrible que a veces iba acompañado por una entidad femenina sin nombre. De hecho, en cada lugar, el liderazgo de la Cacería Salvaje se encarnaba en un personaje distinto: alguna figura local con pésima reputación o que estaba asociada con algún episodio oscuro de su historia, como es el caso del rey danés Valdemar IV, bajo cuyo reinado llegó la mortífera Peste Negra.
SUPERSTICIONES Y MALOS AUGURIOS
Sin embargo, no hay fuentes históricas que nos permitan dar sentido a la leyenda. Mientras que algunos historiadores la relacionan con los aquelarres de brujas medievales, para otros era una manera popular de predecir las tormentas o manifestar las supersticiones y los malos augurios. En La Historia ecclesiastica escrita por el monje benedictino Orderico Vital, que vivió entre los siglos XI y XII, el autor menciona una cabalgata vista en enero de 1091, a la que llamó «tropa del Arlequín». Sin duda se hacía eco de una tradición francesa en la que un enviado del infierno lideraba a un grupo de demonios que iban en busca y captura de almas humanas.
Por otra parte, el llamado Manuscrito Laud o Crónica de Peterborough también hace referencia a la Cacería Salvaje. Escrito en su mayor parte en prosa, un pasaje del libro, datado en el siglo XII, hace mención a una cacería integrada por unos personajes infernales de piel negra que montan unos caballos y ciervos del mismo color y que van acompañados por unos perros salvajes también negros. Esto ha sido interpretado por los historiadores como una alusión al mal augurio que representaba en ese momento el nombramiento de un pariente del rey Enrique I como abad de Peterborough.
En este último caso llama la atención la aparición de perros en el séquito. Este hecho es de especial importancia en las islas británicas, donde ciertos condados ingleses han tomado el nombre de algunos de los perros que se mencionan en estas leyendas, como es el caso de Yeth Hounds (en Devon), Devil Dandy Dogs (en Cornualles), Gabriel Hounds (en los condados del norte) o Gabriel Ratchets (en Somerset). En Gales se llama a estos canes Cŵn Annwn (los Sabuesos de Annwn, el más allá).
Lo que está claro es que la influencia de la Wilde Jagd de Jacob Grimm ha trascendido fronteras, apareciendo en numerosos lugares del continente europeo. Ejemplos de ello son la Herlaþing inglesa, la Odens jakt sueca, la Asgårdsreia noruega, la Divoký hon o štvaní checa, la Dziki Gon o Dziki Łów polaca, la Divja Jaga eslovena o la caccia selvaggia italiana. El mito también se extendería por América del Norte, adonde fue exportado por los colonos europeos que viajaron al Nuevo Mundo.
Fuente: NG