Arte en peligro: «El grito» de Munch se ahoga
Es una de las obras más conocidas del arte. Un verdadero icono del siglo XX. Para unos es una acertada metáfora o expresión de la angustia vital. Para otros, sencillamente, una brillante reflexión de un artista sobre la condición del hombre en la sociedad moderna.
«El grito» de Munch es una de las pinturas más reproducidas. Su fama atrajo incluso la atención de un ladrón que robó una de las versiones que guardaba el museo de Oslo en 1994. Pero ahora esta obra maestra está sufriendo algo peor que una sustracción: su deterioro.
Un informe sobre el estado de su conservación ha revelado que parte de su pigmentación está degradándose de manera paulatina. Los investigadores han descubierto que parte del color amarillo que aparece en el crepúsculo del fondo, y que da extraordinarios matices al lienzo, está desvaneciéndose y el óleo, por tanto, está perdiendo parte de su grandiosidad y de su atmósfera.
Esto no es la primera vez que ocurre en la historia del arte. Las pinturas de Vincent van Gogh presentaron un problema similar hace unos años. Y, precisamente, también con el amarillo. En el caso del creador de «La noche estrellada» se debe a una cuestión relacionada con la vida del artista. Mientras vivió no vendió más que un cuadro y jamás dispuso de demasiado dinero para salir adelante. Una de las consecuencias es que compraba pinturas baratas, de mala calidad, muy resolutivas en un primer instante, pero que con el tiempo se degradaban.
El problema que encontraron los conservadores es que el amarillo, uno de los colores más emblemáticos de este creador, estaba virando al verde, lo que supone una grave contrariedad, sobre todo si se vieran afectados sus famosos «Girasoles», que no es el caso. Por eso mismo se tomaron medidas urgentes inmediatas para que los conservadores pudieran mantener las telas afectadas en el mejor estado posible y ahora están protegidas contra este mal.
Con Munch, el riesgo proviene de la respiración de los visitantes. Por este mismo motivo, se debe recordar, se cerraron las cuevas de Altamira: alteraba la atmósfera y afectaba a las pinturas. «La pintura amarilla era rica en compuestos de cloro y es precisamente en estos lugares donde está dañada», ha comentado Koen Janssens, de la Universidad de Amberes, a «Le Figaro», al referirse a «El grito».
Durante mucho tiempo se pensó que era la luz lo que estaba afectando a la tela, pero no es así. Se ha descubierto que es la respiración de las personas lo que está haciendo que la superficie se deteriore. En un primer instante muchos temieron que tuvieran que retirar la obra de las paredes para su conservación.
Ahora parece que la medida es mantener el cuadro muy alejado del público. Estará en un ambiente especial, a 45 grados de humedad para que el grito más famoso de la historia del arte todavía siga escuchándose desde su silencio.