Por qué comer en distintos horarios atenta contra tu salud

Un estudio científico trazó un nuevo paradigma y presentó un nuevo escenario para todos aquellos a quienes les interese adelgazar: a la hora de comer lo importante no es el qué, sino el cuándo.

Una investigación conjunta de la Universidad de Sao Paulo y el Kings College de Londres reveló que aquellas personas que se saltean una de las cuatro comidas o que se alimentan fuera de los horarios habituales tienden a padecer mayores problemas de salud.

El estudio, publicado en el British Journal of Nutrition, indicó que las personas que comen en horarios irregulares son más propensas a padecer enfermedades como diabetes 2, presión alta u obesidad.

«A pesar de que las evidencias sugieren que el comer calorías en la noche está asociado a la obesidad, todavía no se terminó de analizar si nuestra energía debe ser distribuida equitativamente», afirmó la nutricionista y una de las líderes del estudio, Gerda Pot.

El estudio estuvo enfocado principalmente en niños y jóvenes, quienes son los más propensos a alimentarse en cualquier momento del día. Se examinaron los hábitos de 768 chicos de entre 4 y 10 años y 852 adolescentes de entre 11 y 18.

En el análisis se indagó en la información anual proveída por los propios niños y sus padres acerca de los contenidos de las comidas y los tiempos en los que se las consumió durante un período de cuatro días. También se realizó un minucioso registro sobre las variaciones del peso y de la altura para determinar el índice de masa corporal de los jóvenes.

La revelación principal estuvo enfocada en el tiempo de alimentación y el sobrepeso. Así, los especialistas descartaron que una persona pudiera engordar más cuando come después de las 22 horas.

Así y todo, también se detectó que el famoso hábito de la «comida en cuotas», en el que se apela a picar pequeños bocados durante todo el día, puede ser muy perjudicial para la salud: altera el ritmo cardíaco y, como si fuera poco, atenta contra una digestión sana y eficiente.

Además, la ingesta de la mañana resultó determinante: la investigación concluyó que aquellas personas que apelan a un desayuno «poderoso» tienden a poseer una facilidad para la pérdida de peso y registran mejores niveles de azúcar en sangre que aquellos con un desayuno estándar.

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