Se cumple medio siglo de la publicación de «Cien años de soledad» en Argentina
La novela central del escritor colombiano Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, cumple este martes medio siglo tan vital y vigente como cuando se terminó de imprimir su primera edición, el 30 de mayo de 1967, en los talleres gráficos de la Compañía Impresora Argentina.
Resulta difícil exagerar el valor que la crítica, de forma casi unánime, ha concedido a esta inmensa obra literaria. Ha sido juzgada como la pieza clave del Boom de la literatura hispanoamericana de los años 60, fenómeno editorial que proporcionó la debida proyección internacional a los narradores del continente; ha sido descrita como la más perfecta manifestación del «realismo mágico», corriente en que cabe incluir a una parte de los autores del Boom y cuyo más visible rasgo es la naturalidad con que lo cotidiano se entrevera de sucesos maravillosos tan imaginativos como expresivos; ha sido considerada una de las novelas imprescindibles del siglo XX a escala mundial, y encumbrada como la mejor de la historia de las letras hispánicas después de Don Quijote de la Mancha.
Pero Cien años de soledad es también la máxima realización de un maestro insuperable en el arte de contar: el premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez. Más allá de las posibles interpretaciones a posteriori de la novela como parábola de un mundo (la América hispana), el lector queda de inmediato cautivado por un virtuosismo narrativo propio de un encantador de serpientes, y sepultado bajo el incontenible aluvión de acontecimientos sobre los que el autor derrama pródigamente su portentosa inventiva. Tanto es así que resulta imposible trazar una reseña de Cien años de soledad sin omitir decenas de personajes y episodios y sin rebajar el libro a una palidez intolerable para quienes lo han leído; porque, si hay placer en la lectura, Cien años de soledad es placer en grado sumo.
Argumento y estructura
Cien años de soledad relata la historia de una aldea imaginaria, Macondo, y de la estirpe de sus fundadores, los Buendía. La novela se presenta dividida en veinte secuencias narrativas que carecen de título e incluso de numeración; por razones de comodidad, en este resumen numeramos y llamamos «capítulos» a cada una de estas unidades.
Si bien es cierto que los frecuentes saltos hacia atrás y hacia adelante caracterizan la técnica narrativa de Cien años de soledad, hay que decir que tales retrospecciones y anticipaciones se producen principalmente en el interior de cada secuencia; los distintos capítulos refieren los sucesos en orden cronológico, y pueden agruparse atendiendo a los acontecimientos de fondo que marcan la vida de la aldea y al protagonismo que adquieren ciertos personajes o generaciones.
- Un primer bloque correspondería a los capítulos 1-5, en los que se narra tanto la fundación de Macondo como la edénica y mágica cotidianeidad de su primera época; los personajes más señalados son los fundadores, José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, aunque también conoceremos la infancia y juventud de sus descendientes, que forman la segunda generación de los Buendía.
- Uno de los hijos de José Arcadio y Úrsula, el coronel Aureliano Buendía, es el principal protagonista del segundo bloque (capítulos 6-9), en el que la vida apacible de la aldea se ve alterada por las vicisitudes de las guerras civiles que durante casi veinte años asolan el país.
- Finalizada la guerra, con la llegada a la población de la compañía bananera se inicia una nueva etapa en el devenir de Macondo (capítulos 10-15), en la que la prosperidad se acompaña de una creciente conflictividad social que desemboca en una sangrienta represión. Aureliano Segundo y José Arcadio Segundo, miembros ya de la cuarta generación, son los principales personajes de este bloque, aunque no llegan a desempeñar un papel crucial en los sucesos.
- Un diluvio bíblico separa la tercera parte de la última (capítulos 16-20), que relata la decadencia y destrucción de Macondo y el final de la estirpe. Los últimos Buendía, pertenecientes a la quinta y a la sexta generación, malviven en un pueblo en ruinas hasta que la estirpe se extingue en un vástago con cola de cerdo, hijo de Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonia. Este último logra descifrar las profecías que el gitano Melquíades había dejado escritas sobre Macondo; el anuncio de su destrucción se cumple en el mismo momento de su lectura.