¿Sabías que con música alta tu vida sexual puede ser mejor?
El estudio «La música hace hogar», patrocinado por Sonos y Apple Musico, ha llegado a la sorprendente conclusión de que las parejas que escuchan música a un volumen alto, están más tiempo juntas y tienen una vida sexual mejor. Todo ello encuestando a 30.000 personas sobre cómo ellos escuchaban música y seleccionando 30 familias (unas 109 personas) de todo el mundo para participar en una segundo fase de la investigación, que comenzó hace dos meses, informa la publicación especializada «Mashable.com».
Con la música a un volumen alto, las familias participantes gastaron un 13% más de tiempo juntos y estuvieron más próximos los unos de los otros, un 20% más. Lo que el estudio ha relacionado con un incremento importante de la actividad sexual. En global, los participantes habrían aumentado sus relaciones en un 67%.
En esta línea, este estudio parece indicar que la gente estaría mucho más contento haciendo las tareas diarias con música. Así lo ha admitido un 89% de los participantes, quienes también admitían que realizaban más cenas juntos y un 24% admitían estar menos irritables.
Cada una de las familias participantes disponían de un sistema de sonido Sonos y de una suscripción a Apple Music. Tambián habían equipado sus casaso con Apple IBeacons para recolectar datos, así como de relojes inteligentes para medir sus pasos y los latidos, así como de cámaras Nest Web para grabar cómo vivían con y sin música alta en casa.
En las dos semanas que funcionó el estudio, las familias pasaron la primera como siempre, sin música a volumen alto. Los siguientes siete días vivieron con el Sistema Sonos y Apple Music y escucharon 8.124 canciones a lo largo de intervalo de 44.000 horas de actividad registrada.
Por ejemplo, en alguno de los vídeos se muestra a las familias participantes antes de que ellos echaran mano de los sistemas mencionados y llevando una vida traquila pero separada. Los adultos y los menores compartían el mismo espacio pero con las cabezas agachadas y pendientes de las pantallas, muchas de ellas iPads o iPhones. Algo que también sucedía edurante las cenas en las que apneas se miraban a los ojos.
Una de las familias participantes, de Estados Unidos, la de Seema Sha Nelson, reconocía en la publicación «Mashable» que «toda su familia tanto en el salón como en la cocina o el camedor compartían el mismo espacio, pero cada uno de nosotros hacia algo diferente y estaba atento a, al menos, dos pantallas. Sentía que estábamos alejados los unos de los otros».
En cambio los vídeos de la segunda semana resultaban ser muy diferentes, y como si se tratara de anuncios de Apple Music o de Sonos, las familias hablaban, sonreía y cantaban en voz algo, bailaban o eran más afectivos unos con otros. «Todos se sienten un poco más alegres», admitía Sha Nelson al final de los vídeos grabados por su familia para este estudio.
Al respecto, el neurocientífico Daniel J.Levitin, que ha coordinado este estudio y que también es autor de un libro sobre la relación del cerebro con la música, ha concluido a la vista de los resultados observados en el laboratorio: la música cambia el comportamiento del cerebro de las personas. Es decir, según este investigador, cuando la gente escucha música que les gusta se incrementa la cantidad de dopamina en el sistema límbico, incrementando la sensación de satisfacción y bienestar.
Además, el estudio sugiere que el deseo de estar más unidos físicamente (en este contexto) tiene una correlación directa con los estudios sobre el cerebro, que muestran como el nerotransmisor de la oxitocina se expande cuando se escucha música. Este compoente es el «responsable de ayudarnos a usar los sentimientos para conectar con las personas, vinculándonos a ellos o evitándolos. Lo que es el signo de que el entorno social puede ser positivo o negativo».
Sin embargo, en algunas ocasiones, según Levitin, «había casos donde tenían lugar desacuerdos sobre lo que escuchar: la gente tenía que irse a otro sitio, como sucede en cualquier familia». Este neurocientífico ha añadido que la habilidad del sistema de sonido «Sonos» de poner diferente música según las habitaciones ayudaba a resolver estas difrencias, incluso si eso conllevaba que no compartieran tanto tiempo las parejas u otros miembros de la unidad familiar.