¿Cómo saber si ves bien en 3 dimensiones?

Tener una buena binocularidad, es decir la capacidad de ver bien en 3 dimensiones, curiosamente no es algo de lo que gocemos todos los seres humanos.

Su falta es una anomalía más común de lo que parece: varios estudios estiman que alrededor de un 15% de la población tiene algún tipo de problema para ver bien en 3D, es decir para percibir la profundidad de lo que observamos.

Lo curioso es que algunas personas no saben que tienen esta disfunción visual porque, obviamente, nunca vieron de otra manera. Sería algo parecido a ser daltónico y no saberlo. Un test de estereopsis es lo que podría quitarte la duda sobre cómo se encuentra tu visión en este sentido.

Vemos con el cerebro

La visión tridimensional “completa” es la que obtenemos con la ayuda de los dos ojos trabajando en conjunto. Es una ayuda adicional, muchas veces no la echamos de menos y podemos funcionar sin ella. De hecho, hay personas que no la poseen y no sólo no supone ninguna limitación, sino que con frecuencia no son conscientes de que no la tienen. Pero, cuando se pone de manifiesto, es un estímulo fuerte de la percepción del relieve y la profundidad. Esta tridimensionalidad binocular parece la auténtica “visión” del relieve en comparación con la monocular, que a su lado parece una “estimación” de las tres dimensiones. Esta percepción binocular de las dimensiones se llama estereopsis (de manera análoga a estereofonía, diferente sonido que entra por cada oído, la estereopsis se basa en que entran diferentes imágenes por cada ojo, pero lo explicaremos más tarde)

Tridimensionalidad monocular: la imagen plana

Supongamos que nos vamos al cine a ver una película. El sonido envolvente es uno de los elementos que nos permiten meternos en el ambiente de la película y “vivirla” de forma más cercana, pero sin duda lo más importante es la enorme pantalla que tenemos delante.

Parece que cuanto más grande y más campo de visual ocupa, más fácil es meternos en la trama. Suponiendo que no sea una pelicula de animación, lo que vemos son situaciones reales con personas de verdad. Si vemos en una casa a uno de los protegonistas en primer plano a otro un poco más atrás, tenemos un esquema muy claro de lo que estamos viendo. Nos hacemos una composición mental muy concreta del entorno. Podríamos calcular aproximadamente el tamaño de la habitación y de cómo están repartidos los personales: quién está más cerca o más lejos, quién está más cerca de una pared, etc. ¿Cómo lo hacemos?.

No estamos dentro de esa habitación, lo único que vemos es una proyección en movimiento sobre una pantalla plana. Esto último es importante: sobre pantalla plana. A partir de las dos dimensiones, “creamos” las tres dimensiones. Las hacemos en nuestro cerebro. Y no sólo en el cine. En una fotografía nos pasa lo mismo; en cuanto la miramos, nos hacemos una composición mental de cómo están los objetos situados en un entorno tridimensional. Aunque la fotografía sea plana, la información de la imagen nos da pistas suficientes para averiguar el relieve y la profundidad, las posiciones y tamaños.

Esos “trucos” mentales que usa el cerebro, no son ni más ni menos que las reglas de perspectiva que se estudian en dibujo. Son las normas que se aplican en dibujo y pintura para conseguir esa apariencia de tridimensionalidad. Se conocen desde hace tiempo y es uno de los elementos clave para entender el realismo de las obras pictóricas desde hace siglos. Los objetos que están en primer plano tapan a los que están por detrás y son más grandes, las líneas paralelas se convierten en convergentes en lo que se llama punto de fuga, la fuente de iluminación crea sombras en función de la posición relativa, etc.

¿Cómo saber cómo se encuentra tu visión 3D? En este video te lo explican:

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