¿Qué pasa en nuestro cerebro con la música que nos emociona?
La música es única en su capacidad para emocionarnos y esto se debe a cómo afecta nuestro cerebro. Cuando escuchamos música que nos gusta, se activan varias áreas del cerebro, incluyendo la corteza auditiva, que procesa el sonido, y el sistema límbico, que está involucrado en las emociones y la memoria.
La liberación de neurotransmisores como la dopamina, que está asociada con el placer y la recompensa, puede desencadenar sensaciones de felicidad y euforia. Además, la música puede activar recuerdos emocionales, ya que a menudo está vinculada a momentos específicos en nuestras vidas.
La combinación de estos procesos hace que la música tenga un poderoso impacto en nuestras emociones, pudiendo inducir desde la calma y la relajación hasta la excitación y la alegría intensas.
Música y emociones
La música activa nuestro cerebro emocional, y puede producir, entre otras cosas, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, sensación de escalofrío y diferentes modificaciones afectivas como júbilo, llanto, entre otros. Incluso desde la mitología griega, se denotaba que Orfeo, hijo de Apolo y a quien se le atribuye la invención del arte de la música, a través de su lira y su canto “apaciguó las furiosas olas que amenazaban con volcar la nave de Jasón” y “logró conmover lo inconmovible: las implacables divinidades del Tártaro” (Piscoya, 1998, 151-152). Esto pone en evidencia que el conocimiento del impacto de la música en la regulación emocional se conocía desde la antigüedad.
Estudios de imágenes cerebrales han demostrado que escuchar música activa áreas del sistema límbico, la estructura central encargada del procesamiento emocional. Las melodías que nos agradan activan las áreas relacionadas con el bienestar, específicamente el “circuito de gratificación dopaminérgica”. La dopamina es un neurotransmisor descubierto en 1952 y vinculado desde 1955 a situaciones que generan bienestar y hace un poco más de una década, se ha podido verificar liberación de dopamina ante estímulos musicales.
Investigadores de dos instituciones académicas canadienses publicaron en 2011 un interesante trabajo relacionado con la liberación de dopamina al escuchar música (Salimpoor et al., 2011). En la investigación, los participantes seleccionaron música conocida y disfrutada por ellos. La mayoría clásica, pero también jazz, rock y música popular. También música de Led Zeppelin y de Dave Matthews. La más frecuentemente seleccionada fue el adagio de Barber. Luego de 15 minutos escuchando música, se llevó a cabo registro de la actividad cerebral en equipos de resonancia magnética cerebral (RMNf).
Se pudo observar activación de áreas ricas en receptores dopaminérgicos ante dos circunstancias:
1 – Escuchar la melodía preferida
2 – Anticipación – Tener la impresión que van a colocar la melodía preferida.
Música y memoria
El poder de la música para evocar recuerdos es extraordinario. Estos pueden llegar a ser muy vívidos, ligados a momentos significativos en la vida de los individuos. Lo anterior ha sido un beneficio interesante en la clínica para el mejoramiento de diferentes formas de memoria. Se ha descrito que el uso de música instrumental conocida puede ayudar a evocar recuerdos autobiográficos incluso en personas con enfermedad de Alzheimer (Cuddy et al., 2015). Más aún, el estudio de Sihvonen et al. (2020) demostró que la reproducción de música vocal a pacientes hospitalizados en Unidad de Cuidados Intensivos por eventos cerebrovasculares, mejoraba la memoria verbal en pacientes con afasia, entendida como la incapacidad para la comprensión o expresión del lenguaje (Sihvonen et al., 2020).
Música y liberación de endorfinas
Las endorfinas (palabra utilizada por primera vez desde 1973) son sustancias que produce nuestro cerebro ante determinadas circunstancias: excitación, dolor, actividad física, consumo de chocolate, comida picante, enamoramiento y orgasmo. Producen una sensación de bienestar, placer y disminución de la percepción de dolor. También mejoran las condiciones de nuestro sistema inmunológico, regulan nuestra tensión arterial, y contrarrestan los efectos de sustancias que se liberan cuando estamos en condiciones de estrés (adrenalina y cortisol) Estas sustancias llegan a ser hasta 20 veces más potentes para reducir esta molesta sensación, que los analgésicos de venta libre a los que recurrimos habitualmente cuando sentimos algún tipo de dolor.
En el año 2013, científicos de la Universidad de Manchester demostraron que escuchar nuestra melodía o canción favorita promueve la liberación de endorfinas. Otros estudios demuestran su beneficio frente al dolor, llegando en algunos casos a reducir esa molesta sensación hasta en un 20 % en los sujetos que escuchan melodías y las disfrutan. Se ha observado, asimismo, que dicha liberación también se produce al cantar junto con otras personas en un coro formal o improvisado. Esto ha sido explicado, en parte, debido a una estimulación del sistema reticuloendotelial del tallo cerebral para modular la respuesta frente al estímulo doloroso mediante señales inhibitorias del dolor (Liang et al., 2021).
Beneficios de la música frente al estrés
El estrés es una situación de tensión física o emocional que se produce como reacción a fenómenos de adaptación al entorno. Característicamente el estrés produce aumento de dos hormonas en nuestro organismo: adrenalina y cortisol, sustancias que de hecho se conocen como “las hormonas del estrés”. Escuchar música, bailar o cantar reducen de manera significativa la producción de adrenalina y de cortisol.