¿Qué le pasa a tu cuerpo cuando muere tu mascota?

Hay quienes sienten que un animal es mucho más que una mascota. La consideran como un fiel compañero, un amigo e incluso, como un hijo. Cada uno expresa sentimientos como le broten del corazón, porque los animales domésticos pasan a ser considerados a veces como miembros de la familia.

Años y años de compartir momentos, de crecer a la par. De aprendizajes, siestas, juegos. También, de disputar cucharadas de helado y golosinas.

Claro que, cuando esa mascota se va, esos momentos se vuelven recuerdos y en los primeros tiempos impactan. La cucha vacía y un duelo inesperado. Perder a un amigo de cuatro patas puede conllevar una tristeza muy grande para la persona que lo afronta.

En la relación de los seres humanos y sus mascotas, se forman vínculos afectivos de características asociadas al apego. En esta clase de vínculos fortalecidos, los animales buscan y encuentran en su cuidador, una figura de protección que les da seguridad. De igual forma, la persona siente una gran carga afectiva, ya que está comprobado que el animal provee alivio y seguridad en momentos de necesidad. Además de contención y amor incondicional.

Estos vínculos, cuando se desarrollan a través de tantos años, son muy fuertes. Pueden generar, en el momento de la pérdida, un gran sentimiento de tristeza e, incluso, depresión.

Aquí es donde el apego cumple un papel fundamental, ya que hablamos de vínculos afectivos muy similares a los que se dan entre las personas.

Ahora bien, después de la pérdida, ¿es aconsejable sumar a una nueva mascota al hogar? ¿O puede llegar a ser contraproducente? Bueno, intervienen muchos factores. Como explica Carranza, “depende de la edad de la persona que pase por esta situación”.

En el caso de los nenes pequeños, por ejemplo, tienen una comprensión diferente sobre la muerte y a veces si, al poco tiempo, se trae otra mascota, podrían generar un nuevo vínculo. Respecto a los adultos, aquellos que compartieron muchísimo con el animal, quizás 10 años o incluso más, lo van a vivir de una forma distinta porque es una pérdida y una comprensión de la muerte muy diferente. Esa persona va a necesitar un tiempo para hacer el duelo. Para poder generar un espacio donde pueda albergar a la nueva mascota.

Cada persona es un mundo y, como tal, hace el duelo como siente. De la manera que puede y que lo ayuda, progresivamente, a superar la ausencia.

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