Paqueísmo: la técnica para evitar disgustos innecesarios

El paqueísmo es una técnica desarrollada por el psicólogo Tomás Navarro que ayuda a evitar los disgustos innecesarios fruto de discusiones y controversias cotidianas: un ‘pa qué’ en el momento adecuado proporciona paz y serenidad, ahorra energía y ayuda a aplicar a la vida una dosis de saludable sentido del humor.

¿Alguna vez has discutido airadamente con otra persona acerca de temas tan ‘relevantes’ como una plaza de parking, el ladrido de un perro o el turno en la panadería? ¿Y cómo te has quedado después? ¿Tal vez agotado y disgustado? Eso es porque no has aplicado el paqueísmo, la técnica patentada por el psicólogo Tomas Navarro que nos ayuda a evitar disgustos innecesarios. 

¿Qué es el paqueísmo y cómo aplicarlo? 

El paqueísmo es un concepto ideado por Tomás Navarro, psicólogo, consultor y escritor popular por sus métodos heterodoxos e innovadores aplicados en el tratamiento de sus pacientes. 

Tal y como explica Navarro, la idea del paqueísmo surgió tras localizar un texto publicado por una persona, al parecer tambien popular, en el que se plagiaba uno de los artículos del psicólogo catalán. En primera instancia, lo natural es sentir una cierta indignación y tal vez un poco más.

Pero es tras esa primera sensación de ‘cabreo’ cuando entra en juego la técnica paqueísta. Se trata de una autorregulación emocional fundamentada en el ‘pa qué’: ¿a dónde me puede conducir esta indignación si tomo partido, si entro al trapo, si discuto con la persona que me ha plagiado? ¿’Pa qué’ me voy a meter en todo eso? 

Desde luego que el plagio no es un tema baladí, y tanto en la columna como en el video que grabó Navarro sobre este episodio su enfado es evidente, pero el psicólogo optó por la ironía y el sentido del humor para apaciguar (relativamente) su orgullo convirtiendo una discusión que se presumía estéril en un acto creativo: inventó el término ‘paqueísmo’ y aprovechó para seguir promocionando su libro Piensa Bonito, que también citamos para que no tenga que hacer un ‘pa qué’ también con este artículo.

Paqueísmo: relativización y ahorro de energía 

¿Recuerdas aquella vez que discutiste con la señora en la cola del supermercado? Ella negó que se hubiera colado pero tú sabías que estabas antes. Se fue deslizando poco a poco hasta que te ganó la posición. Te mordiste la lengua, miraste en el móvil las últimas noticias y trataste de pensar en ‘algo bonito’.  

Pero entonces la señora culminó su afrenta poniendo su compra antes que tú en la cinta transportadora. Y reventaste armando la de San Quintín. Al final pasaste tú delante, la mujer se quedó maldiciendo entre dientes y tú saliste del supermercado con la cabeza más alta que William Wallace arengando a los escoceses en Braveheart.  

Después, ya más tranquilo en el coche, mientras te borrabas la pintura de guerra de la cara, te sentiste agotado y disgustado. Pensaste en la señora y el ridículo que le hiciste pasar por una dichosa cola, ‘pa qué’, ¿pa llegar un par de minutos antes a casa?  

Sucede a menudo que este tipo de batallas estériles y discusiones cotidianas se fundamentan en la frustración que sentimos por cuestiones mucho más relevantes que una plaza de parking o un puesto en la cola del súper. Puede que sea el trabajo, la familia, la pareja, o una combinación de ‘otros’ sufrimientos, o incluso que no sea nada en concreto. Pero a veces parece que estamos deseando que alguien se nos cuele en el súper para tener un motivo para descargar nuestra ira y afianzar nuestro orgullo herido.  

El paqueísmo nos muestra el camino para comenzar a relativizar todos esos conflictos de relevancia vaporosa, aquellos que se desvanecen a los pocos minutos, tras el inicial chute de adrenalina. Sin embargo, si tomamos partido en ellos, si entramos en conflicto, terminamos por darles una relevancia más sólida. Y si convertimos en costumbre el hecho de no relativizar los conflictos cotidianos terminaremos atrapados en un círculo vicioso de difícil salida. 

Por otro lado, además de una demostración de inteligencia emocional, el paqueísmo es una saludable forma de ahorrar energía, el carburante que nos hace funcionar día a día. No tengas dudas de que ese ‘triunfo’ en la cola del súper te ha restado energía que podías haber aplicado en algo constructivo. Esto es fácilmente detectable en las famosas discusiones digitales: ¿cuánto tiempo pasan muchas personas en foros y redes sociales desarrollando una controversia que no conduce a nada, nada más que a un fútil apuntalamiento del orgullo? 

Tal y como afirma Tomás Navarro, el paqueísmo supone no apartar la mirada de los objetivos, no perder energía, no debilitarse en discusiones bizantinas. Al contrario, un ‘pa qué’ en el momento adecuado, justo cuando la furia está en su punto culminante, proporciona paz y serenidad.  

Haz la prueba si no la has hecho ya. Prueba a no discutir con el tipo que te ha birlado tu plaza de aparcamiento, ni con el troll del foro de tu periódico favorito, incluso con tu jefe, prueba a hacer un ‘pa qué’ (o dos) todos los días en la oficina: verás que, cuando llegues a casa, te sentirás más entero, más sereno y con una buena dosis de energía aún intacta para invertir en lo que realmente importa, que todos sabemos lo que es, aunque a veces se nos olvide.

Los peligros del ‘paqueísmo social’
¿Qué es el paqueísmo?
¿Qué es el paqueísmo? Fuente: Pixabay

El paqueísmo mal entendido y mal aplicado también tiene sus peligros, que son caer en la indolencia, la desidia e, incluso, el servilismo. No reaccionar ante ninguna situación en la que nos sintamos amenazados, convertir el ‘pa qué’ en una suerte de estratagema para no tomar partido por nada, es una posición que puede conducir al individuo a la abulia, al agotamiento de la energía justamente por la falta de acción. 

Porque tal y como señala también Navarro, el paqueísmo nos ayuda a no perder más tiempo del necesario si la queja y la confrontación no sirven de nada. Pero, ¿y cuando sí sirven? Es por ello que el individuo debe afinar ese sexto sentido que le indica cuándo debe volcar su energía en un conflicto, si la confrontación merece la pena. 

En este sentido, podríamos hablar de un paqueísmo social que ha sido uno de los grandes peligros de la historia, un inmenso grupo de personas aisladas entre sí y que no intervienen en ningún conflicto que se salga de su rutina o que les afecte directamente: porque ‘pa qué’, “‘pa qué’ me voy a meter si nada puede cambiar”, o “‘pa qué’ me voy a meter si ese problema no me afecta”. Las consecuencias del paqueísmo social pueden llegar a ser devastadoras, como la historia se encarga de recordarnos periódicamente. 

De cualquier manera, el individuo está más que capacitado para diferenciar una plaza de parking de una injusticia social, aunque, en ocasiones, actuemos justo al revés: volcando nuestra energía en discutir con la señora de la cola y ahorrando energía (y enmudeciendo nuestras ínfulas) cuando se trata de un conflicto relevante… “total, ‘pa qué’, si a mí no me afecta”. 

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