Las siete cosas más raras que han caído del cielo

Lo único que cae del cielo a la tierra de manera natural es agua en forma de lluvia… o al menos eso creíamos hasta hoy. En ocasiones puntuales, en ciertos lugares del mundo, se han visto «llover» algunas cosas realmente extrañas e inesperadas.

De hecho, según el blog Weird Worm hay más de 600 informes sobre objetos insólitos precipitándose desde lo alto; y a menudo no hay otra explicación a los acontecimientos que teorías incluso más singulares.

Aunque no deja de ser llamativo, la lluvia de peces es un fenómeno más frecuente de lo que podrías pensar. Tanto es así que en sitios como Yoro (Honduras) han decidido dedicar un Festival Anual al asunto. Durante determinada época del año y siempre después de chaparrones tremendos, aparecen por los suelos del pueblo cientos de peces que pueden superar los 15 centímetros de tamaño. Los vecinos no dudan en cocinarlos y compartirlos. La tradición atribuye el suceso a una súplica de un misionario católico en 1854, al visitar la villa y sufrir la escasez de alimentos.

De manera similar, en la ciudad griega de Naplia llovieron ranas en 1981. La ciencia no acertó con una explicación más convincente que la de un fortísimo viento que habría arrastrado a los anfibios desde su hábitat natural en África. Lo mismo se dijo cuando en Japón cayeron pececillos y renacuajos sobre Ishikawa en junio de 2009.

La teoría parece más o menos creíble, pero en ese caso, ¿por qué sólo ocurre con algunas especies? Otra línea argumental relaciona los hechos con nubes formadas con agua de mar. Hay hasta quien habla de pelícanos regurgitando en pleno vuelo…

En otras ocasiones sí se ha logrado encontrar una aclaración demostrable, aunque no por ello ha dejado de ser surrealista. ¿Qué pensarían en 1986 los pescadores japoneses que vieron caer del firmamento hasta veintitrés vacas en el Mar de Ojotsk (Siberia), allá por 1986? Es más, ¿qué sentirían cuando la compañía de seguros les denunció por fraude, después de que su barco sufriese daños al recibir el impacto de un bóvido volante? Sólo quedaron libres cuando las autoridades rusas descubrieron que un avión de transporte había tenido que deshacerse de ellas por problemas de estabilidad a 30.000 pies de altura.

No hubo forma de resolver por qué llovió una especie de gelatina en Tasmania en 1996 y en Escocia en 2009. Al ser «algo» sin estructura celular, los científicos no fueron capaces de concretar de qué se trataba. Los gusanos que cayeron sobre Jennings (Indiana) en 2007 parecían proceder de una manga de agua situada a 8 kilómetros de esta localidad. Y por último, se dijo que la lluvia totalmente roja que regó la provincia india de Kerala en julio de 2001 estaba teñida con esporas de hongos… pero nadie explicó cómo las esporas habían llegado hasta allá arriba.

Deja un comentario