Las personas que meditan tienen más materia gris, según una investigación

Una investigación sobre Meditación y Neurociencia publicada en la revista científica ‘Plos One’ avala las bondades del ejercicio de la meditación.

El estudio fue llevado adelante por los investigadores de la Universidad de La Laguna Sergio Elías Hernández Alonso  y José Luis González-Mora.

La investigación comienza comparando la anatomía del cerebro de un grupo de meditadores respecto de un grupo equivalente de no meditadores, y llega a la conclusión de que los primeros tienen más materia gris en todo el cerebro, en torno a un 7%.

Concretamente, mediante imágenes de resonancia magnética estructural se compararon las anatomías cerebrales de veintitrés practicantes experimentados de la meditación de Sahaja Yoga con veintitrés no meditadores. Ambos grupos tenían valores equivalentes en edad, género y nivel de educación, y todos los voluntarios eran diestros, y a través de la técnica denominada Morfometría Basada en Voxeles (Voxel-Based Morfometry) se hallaron los volúmenes de materia gris en todos los participantes.

Una de las características distintivas de la meditación estudiada, Sahaja Yoga, es que el practicante experimenta el estado de silencio mental o «conciencia sin pensamientos» con regularidad en su meditación (aunque no necesariamente todos los días).

Muchas enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson o la depresión llevan asociadas pérdida de materia gris en diferentes zonas, y también es conocido que la materia gris se expande dependiendo de las partes del cerebro que más se usan, es decir, funciona como pequeños músculos que crecen en las zonas del cerebro donde hay mayor actividad neuronal. Esto se ha probado ya con muchas actividades y perfiles profesionales, entre los que cabe nombrar a los músicos, prestidigitadores, matemáticos y también, en otros, meditadores. Esta diferencia significativa en todo el cerebro se traduce también en que en este aspecto concreto (volumen de materia gris), los cerebros de los meditadores observados eran más jóvenes que los no meditadores, a pesar de tener las mismas edades, concluye Sergio Hernández.

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