La sorprendente historia del hombre que fue alcanzado por siete rayos

La probabilidad de recibir el impacto de un rayo durante la vida es ínfima; algo así como de 1 entre 3000. Recibir dos descargas a lo largo de la vida de un ser humano y vivir para contarlo, es prácticamente imposible. Sin embargo, el corpulento guardabosques virginiano Roy Cleveland Sullivan (1912-1983) fue alcanzado en su vida, al menos, por siete rayos. Basándose en estos datos, se ha calculado que la probabilidad de que alguien sea golpeado por siete rayos, alcanza el pequeñísimo valor de 1 entre 16 septillones (esto es, un 16 seguido de 24 ceros).

En abril de 1942, seis años después de ser contratado para su puesto como vigilante, Sullivan se refugió de una tormenta en una torre de vigilancia del Parque Nacional estadounidense de Shenandoah, en Virginia, para el que trabajaba, cuando recibió su primera descarga eléctrica: el rayo le impactó en la pierna y perdió la uña del dedo gordo del pie. En julio de 1969, un rayo cayó sobre la ventana abierta de su furgoneta descapotable mientras conducía por un camino de montaña: se le quemaron las cejas y las pestañas por completo y perdió pasajeramente el conocimiento. En 1970, mientras se encontraba en la puerta de su casa, un rayo lo alcanzó inesperadamente, provocándole quemaduras en el hombro izquierdo. En 1972, otro rayo cayó sobre él cuando se encontraba en su puesto de guardabosques, y le quemó el cabello. A partir de entonces, Sullivan siempre llevó consigo una cantimplora llena de agua, «por si las llamas». Pero la cantimplora no le sirvió de mucho el 7 de agosto de 1973, cuando un quinto rayo impactó sobre su cabeza, haciendo que cayera del jeep que conducía y quemándole nuevamente el cabello y también las piernas, pues la cantimplora se quedó en el coche. El sexto rayo, que recibió en campo abierto el 5 de junio de 1974, le quemó uno de los tobillos. Los testigos afirmaron que Sullivan observó una nube peligrosa y comenzó a correr por temor a resultar fulminado, pero no consiguió ponerse a salvo en un lugar seguro antes de recibir su penúltima descarga. Finalmente, el último rayo que cayó sobre él lo hizo el 25 de junio de 1977, mientras se encontraba pescando en el lago del parque, y tuvo que ser hospitalizado con quemaduras en el pecho y el estómago.

Después de siete rayos, Sullivan se convirtió, no sin razón, en una persona malhumorada y depresiva. Incluso, su esposa fue alcanzada por uno mientras tendía la ropa mojada en una cuerda del patio trasero de su casa. Finalmente, el 28 de septiembre de 1983, a los setenta y un años de edad, tras sobrevivir a tantos y tan peligrosos accidentes, se dice que, harto de todo, Sullivan se suicidó disparándose un tiro en el estómago con su arma, desilusionado por el desengaño de ver que su esposa le abandonó tras su, digamos, tormentosa relación amorosa.

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