La Navidad pone a prueba las reglas de protocolo

La Navidad nos pone a prueba como invitados, pero también pone a prueba a quien nos sirve. Sentarse a la mesa requiere un protocolo que es conveniente conocer y que algunos despistes ponen de relieve su importancia.

“Allá donde vamos, nos comportamos” es el título de un libro infantil que muchos adultos deberían de tener en cuenta para que la buena educación y el saber estar reine en la mesa durante estas largas jornadas de almuerzos y cenas navideños.

La familiaridad no debe ser el motivo que invite a la relajación. Todo tiene un límite y la mesa es el lugar ideal para poner a prueba las reglas del protocolo que muchas veces sabemos y nos saltamos, deliberadamente, pero que también desconocemos a pesar de ser detalles básicos.

El camarero, por contra, no podía evitar su azoramiento ante el imprevisto. Probablemente, hasta ese momento no le había sucedido nunca, lo peor es que ahora su despiste está en todas las redes sociales y televisiones del mundo.

El especialista en Protocolo Social y Etiqueta  Miguel del Amo, considera que en estas fechas, especialmente, “tenemos que estar a la altura de nuestras mesas y de nuestros invitados”.

Un día para estar impecables

Del Amo advierte de que no solo nuestra vestimenta tiene que ser impecable, “también nuestro comportamiento y actitud tanto al recibir en casa como al acudir como invitados”.

El experto en protocolo señala que recibir invitados en casa requiere una atención adecuada. “No se debe desaparecer por un largo periodo de tiempo” a comprobar los detalles de la cocina, y recomienda tenerlo todo preparado para que no suceda. Platos fríos o que solo requieran un golpe de calor es, quizá, lo más acertado en estos momentos.

Es frecuente plantearnos la duda sobre qué detalle debemos incorporar como gesto de generosidad hacia el anfitrión: flores, una botella de vino, bombones, un delicioso postre… Del Amo indica que lo más apropiado es entregarlo en privado, “justo a la llegada. Un detalle que no haga sentirse incómodo al anfitrión ni que tenga la obligación de abrirlo en ese momento”.

Indica que también es apropiado y “mejor, enviar un regalo al día siguiente agradeciendo las atenciones recibidas”.

Hora del aperitivo

Lo habitual es ofrecer un aperitivo informal, de manera que los invitados vayan estableciendo una relación, poco a poco, y así ya exista, si no se conocen previamente, cierta complicidad en la mesa.

“Lo más acertado es mantener una servilleta de cocktail en la mano izquierda, junto a nuestra copa y así dejar libre la mano derecha y poder saludar o bien degustar cómodamente alguno de los canapés”, durante la media hora que dura el aperitivo.

La directora de relaciones institucionales de la Escuela Internacional de Protocolo, Marina Fernández, aconseja no llevar “nunca la mesa el vaso o la copa del aperitivo para no recargar y confundir”.

En la mesa

Del Amo recuerda que lo acertado es que los caballeros esperen a que las señoras tomen asiento primero. “Ayudar a sentarse a la señora que tenemos a nuestro lado es un gesto de cortesía y elegancia”, siempre con una posición natural.

La espalda debe de reposar en el respaldo mientras que las muñecas o antebrazos se apoyan sobre la mesa, los codos siempre deben quedar fuera y los brazos siempre pegados al cuerpo mientras utilizamos los cubiertos, “para no molestar a nuestro vecino”.

“No se empieza a comer hasta que todo el mundo esté servido”, y recuerda que en domicilios particulares, “la anfitriona que es la última en ser servida es la primera en empezar a comer”.

Comer despacio y acompasar el ritmo a la conversación y evitar temas conflictivos como la religión, la política o el sexo si no se tiene confianza suficiente con el comensal de al lado es imprescindible para terminar la fiesta en paz.

El móvil no comparte espacio con el tenedor. Lo mejor es dejarlo el bolso o el abrigo, salvo que exista algo urgente, “muy urgente” que atender, recuerda Marina Fernández.

La directora indica que cuando hay diferentes cubiertos siempre debe recordarse que se empieza por los más próximos al plato, para luego ir sustituyéndolos por los siguientes.

Lo ideal es que estén en concordancia con la vajilla y la cristalería. “Todo debe de lucir en perfecto estado de revista”, si motas ni huellas por ningún lado.

Cuando el tamaño de las copas nos lleva duda, hay que recordar que la de agua se coloca a la izquierda de la de vino, añade Fernández.

¿Cómo comemos?

Con los espárragos nunca se utiliza el cuchillo, lo ideal son unas pinzas. El arroz siempre se toma con tenedor, a no ser que sea caldoso, donde entra en juego la cuchara.

Los langostinos, tan habituales en Navidad, se pelan con cuchillo y tenedor de pescado, si están puestos y si no se entiende que se pueden utilizar los dedos.

Los guisantes, tan habituales en las guarniciones, con tenedor y “pinchados”, indica Fernández, un ejercicio de puntería que nos lleva a pensar si es imprescindible incluirlos en el menú.

En los casos de los bivalvos como ostras, las almejas o los mejillones se sujeta la concha con la mano izquierda y se utiliza un tenedor de tres púas para extraer la carne. También, si la confianza lo permite, “se pueden tomar directamente de la concha”, apunta Del Amo.

En el caso de los quesos, aunque se presenten cortados, el experto en protocolo señala que “los duros se degustan con cuchillo y tenedor, mientras que los blandos con cuchillo para untar”.

El postre siempre debe tomarse con tenedor, excepto cuando haya algo líquido o un helado que se pueda derretir, y en ese momento, “desde el principio se utiliza la cuchara”, indica Fernández.

Se da por terminado un plato cuando el comensal deja ambos cubiertos en posición de las seis y media o seis menos veinte.

La servilleta

“La servilleta es nuestro mayor aliado en la mesa”, comenta Del Amo, y lo ideal es que combine con el mantel. Evitamos, para no manipularla, hace composiciones con ella. Se coloca a la izquierda del plato, en triángulo y con la punta también a la izquierda, nunca bajo los cubiertos, al lado, aunque también se puede situar sobre el plato. “Nunca utilizaremos servilleteros en cenas de etiqueta”, sentencia.

“Cuando los detergentes no podían luchar contra las manchas del mantel, durante el siglo XIX el servicio colocaba estratégicamente reposteros y fruteros para tapar los cercos de suciedad”, comenta el experto en protocolo, hasta el punto de que en las servilletas “se bordaban adornos en relieve para tapar las manchas producidas por el vino.

Las reglas de su utilización también son singulares. Se desdobla y coloca sobre las rodillas. “La utilizaremos siempre antes de beber y después de comer”, con cuidado de usar la parte interior de la servilleta para limpiarnos, “así los restos de comida quedarán dentro de la servilleta.

Una vez terminada la cena o el almuerzo se deja en el lado derecho de la mesa, nunca doblada, para evitar que quien recoja piense que no se ha usado.

Decoración de la mesa

Las flores frescas son ideales para decorar la mesa, “nunca secas”, apunta Del Amo, y recomienda que sean resistentes y tratadas para que no desprenda ningún aroma “por respeto al vino y a los platos que vamos a degustar”, así no se mezclarán olores.

“Las velas solamente para las cenas, sin perfumar”, por el motivo anterior. Lo ideal es elegir unas buenas velas de mesa que perduren toda la velada, “no se pueden reponer durante la cena” y siempre protegidas con algún soporte o candelabro para que la cera no queme el mantel.

Llegó el adiós

La cortesía y la familiaridad no debe llevar a que los anfitriones se vean “obligados” a, de manera evidente, “invitarnos a salir de su casa”.

Salir con el pijama puesto, tomar la escoba y ponerse a barrer o apagar disimuladamente las luces son signos inequívocos de que “nos hemos excedido”.

“Elegir el momento adecuado es vital para dejar un buen recuerdo”, concluye Miguel del Amo.


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