Estudio: ¿Quién tiene más empatía, un rico o un pobre?

Recientemente se ha difundido un estudio realizado en el 2015 y dirigido por Michael Varnum, especialista en neurociencia de la Universidad Estatal de Arizona, EE.UU. El trabajo titulado ‘La clase social afecta las respuestas empáticas neuronales’ analizó la reacción de personas de diferentes clases sociales ante distintos estímulos y qué percepción tenían de ellos.

La metodología implementada consistió en que los 58 participantes seleccionados completaran primero un formulario sobre su clase social, estilo de vida y nivel de educación, para luego ingresar a una sesión de electroencefalografía, donde se les mostró una secuencia de caras con diferentes expresiones. En ese proceso se les pidió buscar algo más, mientras eran examinados y así calcular su capacidad de percepción ante un contexto común.

Como se asegura en el informe escrito por Varnum, «las personas con un nivel socioeconómico más alto disminuyen las respuestas neuronales ante el dolor de los demás». Esto sugiere que «la empatía, al menos algunos componentes tempranos de ella, se reduce entre aquellos con un estatus más alto» a nivel social. Por otra parte, estas personas se clasificaron a sí mismos como más empáticos, cuando en realidad la percepción mayoritaria indicaba lo contrario.

En el 2016 el equipo de la Universidad Estatal de Arizona realizó otra investigación. Allí descubrió que las personas de las clases sociales más bajas tienen un sistema neuronal «espejo» más sensible. Es decir, que se identifican más fácilmente con el otro. «Nuestros sistemas cognitivos, el grado en que están en sintonía con otras personas en el medio ambiente, se ven afectados por nuestra propia clase social», dicen los investigadores citados por ‘Science of us’.

Profundizando en estos aspectos ‘Psychological Science’ hizo su propio estudio liderado por Pia Dietze, de la Universidad de Nueva York, donde descubrieron que las personas de clases sociales altas tienen menor poder de concentración.

Para corroborar esto se realizaron tres experimentos. En el primero, detuvieron a 61 personas en las calles de la ciudad de Nueva York y les pidieron que se pusieran un dispositivo Google Glass y caminaran alrededor de una manzana durante un minuto. Así observaron lo que capturaba su mirada y cuánto tiempo se detenía en observar cada cosa. En el segundo, un total de 158 estudiantes fueron reclutados para ver 41 fotografías de diferentes ciudades. Aquí, los participantes de la clase trabajadora se detenían un 25% más de tiempo, en promedio, que sus compañeros de clase media alta. El tercer experimento reunió a casi 400 participantes reclutados en línea que tuvieron que determinar si los iconos que representaban a personas u objetos cambiaban en el transcurso de milisegundos. De acuerdo con los resultados, la gente de clase trabajadora fue más rápida en detectar cambios que el resto de las personas.

Dietze aseguró, también citada por ‘Science of Us’, que «la cultura de la clase social puede influenciar la atención social (atención hacia el ser humano) de una manera profunda y penetrante». En ese sentido la clase de pertenencia configura la «ecología» en la que se crece y eso ancla los hábitos de atención.

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