Estos son los robos de libros en bibliotecas más sorprendentes de la historia

En todas las bibliotecas desaparecen libros, pero, ¿qué pasa cuando el libro no vuelve ni siquiera cuatro décadas después? ¿Y si esos libros tienen un valor histórico incalculable?

Foto: Biblioteca Pública de la Concordia. Fuente: Wikipedia
Biblioteca Pública de la Concordia. Fuente: Wikipedia

Un total de 345,14 dólares le costó a Emily Canellos-Simms devolver un libro a la Biblioteca Pública de Kewanee en Illinois. Lo normal, por supuesto, es que no tengas que pagar ni para llevarte alguno a casa y mucho menos para devolverlo, pero Canellos-Simms lo hizo con un retraso de 47 años. Sin ser tan despistados, ¿a quién no se le ha olvidado alguna vez devolver uno de esos préstamos? Habría que preguntarle a cualquier trabajador o trabajadora de una biblioteca pública, o por ejemplo de una biblioteca de universidad.

En todas las bibliotecas desaparecen libros. De repente, en cualquier estantería, un hueco justo donde debería estar el que buscas: otra persona está tardando en devolverlo. Si no te ha pasado es porque esa persona tal vez seas tú. Pero, ¿qué pasa cuando el libro no vuelve ni siquiera cuatro décadas después? ¿Y si esos libros tienen un valor histórico incalculable? Estas son algunas de las piezas más importantes robadas de bibliotecas públicas.

La Orden del Imperio Británico de Alan Turing

La madre de Alan Turing había hecho una donación a la Biblioteca Pública de Dorset, en Inglaterra, donde se conservaba gran parte del material que el matemático había dejado tras su muerte. En 1984, una mujer llamada Julia Schinghomes, extrañamente, escribió a la biblioteca para expresar su alegría por tener una serie de artículos en su poder antes de devolver algunos de ellos por correo al centro. Algunos, no todos: se quedó la medalla OBE del también informático, su diploma de Princeton, cartillas de calificaciones escolares y una carta del rey Jorge VI.

En 2018, dicha mujer ofreció los artículos a la Universidad de Colorado, pero presentándose con un nuevo nombre: ahora se llamaba Julia Turing. ¿Qué estaba pasando? Tras el curioso robo, comenzó a afirmar que era pariente del matemático. Sin pruebas de ello, el Departamento de Seguridad Nacional del país acabó confiscando los artículos. En la actualidad, una demanda sigue vigente y la investigación continúa.

Una Biblia de 400 años

Publicada en Ginebra en 1615, es uno de los libros más raros que ha desaparecido de la Biblioteca Carnegie de Pittsburgh. Esta biblia fue uno de los objetivos durante uno de los robos de bibliotecas más grandes jamás registrados, justo en dicho centro: durante dos décadas la biblioteca llegó a sufrir pérdidas continuadas, supuestamente a manos de trabajadores internos, sin que nada consiguiera detener aquella oleada de robos simultáneos. Hasta la fecha, se han recuperado 40 de los libros que desaparecieron, incluida la biblia (menos mal), que había sido vendida al Museo de Peregrinos Americanos de Leiden, en los Países Bajos.

El robo masivo de Pittsburgh

La Sala Oliver, hogar de los archivos y libros raros de la Biblioteca Carnegie de Pittsburgh, era considerada una de las cámaras de libros raros más seguras del mundo. Greg Priore, encargado de la sala desde 1992, la diseñó para poder registrar el movimiento, por mínimo que fuera, de cada pieza que el espacio guardaría en su interior.

Una solo punto de entrada, y solo unas pocas llaves que poseían algunos trabajadores. Asimismo, el acceso a este lugar tenía un horario limitado durante el día. Todo aquel que quisiera acceder a ella, primero debía registrarse, pasando un minucioso control que el propio Priore revisaba después. Por supuesto, tenía también que depositar sus artículos personales antes de atravesar la puerta.

En la primavera de 2017, la administración de la biblioteca quedó perpleja al descubrir que muchas de las existencias de la sala habían desaparecido. No una pieza, ni dos, ni tres… Estaban ante el robo más extenso de una biblioteca estadounidense que se había registrado en al menos un siglo. En la actualidad, ninguno de ellos han aparecido, y el valor del total de pérdidas se sitúa en torno a los ocho millones de dólares.

Una copia del libro impreso más antiguo de Ucrania

En 2017, una copia del ‘Apostolos’, el primer libro impreso en la actual Ucrania, desapareció del Centro Nacional de Conservación donde se encontraba aparentemente protegido. Aquello no fue todo, junto al libro también desapareció un artista que trabajaba en su restauración. Cuanto menos sospechoso. La investigación, por supuesto, trató el caso en relación. Su mujer llegó a llamar a la biblioteca asegurando que el fugitivo regresaría con una buena explicación. Pista: nunca lo hizo.

No obstante, no era la primera vez que una versión de este tomo del siglo XVI desaparecía. Otro ejemplar de Apostolos, valorado en unos 150.000 dólares, fue robado el año anterior de la Biblioteca Nacional Vernadsky por un hombre que decía ser una autoridad supervisora. Parece ser que en el país tienen predilección por el séptimo mandamiento.

Un mapa de Nueva Francia del siglo XVII

Cuando la policía estadounidense le arrestó en 2006, el notorio ladrón de arte Forbes Smiley había robado al menos 97 mapas raros valorados en más de $3 millones. Uno de sus lugares favoritos era la Biblioteca Pública de Boston, cuya colección de mapas era un blanco relativamente fácil para Smiley.

Un mapa que desapareció de la biblioteca fue el mapa de Nueva Francia de Samuel de Champlain del siglo XVII, que detalla un área que se extiende desde el actual Maine hasta Quebec y Terranova. Smiley nunca admitió haber robado el mapa, pero fue la última persona en verlo, según los registros de la biblioteca.

Libros médicos raros

Cuando los libros comenzaron a desaparecer de la ‘Moody Medical Library’ en 1989, las sospechas pronto recayeron sobre Emil Frey, el bibliotecario jefe de la rama médica de la Universidad de Texas, donde se encuentra la biblioteca. Durante el transcurso del año, unos 80 libros desaparecieron de la colección de libros raros de 12.000 volúmenes. A Frey solo se le cobraron cinco de los libros perdidos, que estaban valorados entre 750 y 20.000 dólares.

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