El origen de la frase: «La esperanza es lo último que se pierde»

Todos conocemos al menos de oídos el célebre mito de la caja de Pandora, este terrible recipiente de la mitología griega, tomado de la historia de Pandora, la primera mujer, creada por Hefesto por orden de Zeus, que contenía todos los males del mundo.

En efecto, cuenta la historia que Zeus, deseoso de vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y dárselo a los humanos, presentó al hermano de este, Epimeteo, una mujer llamada Pandora, con quien este se casó.

Como regalo de boda, Pandora recibió un misterioso pithos —una tinaja ovalada, aunque actualmente sea citada y aceptada como una caja— con instrucciones de no abrirlo bajo ningún concepto.

Sin embargo, los dioses habían otorgado a Pandora una gran curiosidad, por lo que una noche que Epimeteo dormía le robó la llave del lugar donde escondía la caja, y la abrió para espiar su contenido. 

Al levantar la tapa, grande fue su desilusión al encontrarla vacía, pero era porque en ese mismo momento escaparon de ella todas las desgracias y males que podían afectar al hombre, y se extendieron por el mundo: enfermedades, sufrimiento, guerras, hambre, envidia, ira…

Cuando atinó a cerrarla, solo quedaba en el fondo Elpis, el espíritu de la esperanza, el único bien que los dioses habían metido en ella. Y es de esta historia que surge la expresión «La esperanza es lo último que se pierde».

De ese modo fue sellado el destino de todos los hombres, que a partir de entonces padecieron toda suerte de males…, pero incluso en medio de los más terribles de ellos, siguen conservando la Esperanza…

En otras lecturas del mito, la esperanza no es una excepción benigna y se la considera otro mal. Para Nietzsche «la Esperanza es en verdad el peor de los males, porque prolonga los suplicios de los hombres». De ahí la razón de colocarla en el fondo de la caja.

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