El «Monopoly», el arma secreta usada contra los nazis

En plena contienda, los británicos hacían llegar ejemplares de este juego a sus soldados capturados con información oculta para que lograsen escapar de los alemanes.

Desde prototipos de cañones sónicos, hasta novedosos aviones a reacción que pretendían llegar hasta el espacio para bombardear desde allí al enemigo. Las extrañas armas utilizadas (o diseñadas) durante Segunda Guerra Mundial se cuentan por decenas. Y es que, si algo quedó demostrado en esta época es que la imaginación y la originalidad no tenían fin a la hora de crear planes que ayudaran a vencer al enemigo.

Un claro ejemplo de ello es el de los británicos, quienes (a partir de 1941) se dedicaron a camuflar dentro de los tableros del popular «Monopoly» todo tipo de objetos y mapas con el objetivo de que ayudar a escapar a los prisioneros encarcelados por los nazis. Así lo afirma la periodista Mary Pilon en su último libro que, bajo el título «The Monopolist», narra pormenorizadamente la historia de este juego de mesa y su influencia –en este caso- durante la Segunda Guerra Mundial.

Concretamente, la también investigadora determina que, para hallar el comienzo de esta curioso suceso, es necesario viajar en el tiempo hasta el 26 de marzo de 1941, año en que Hitler estableció que era necesario expandir varias cárceles y campos de concentración como el de Auschwitz para albergar, si cabe, a más prisioneros.

Ante la deportación masiva que hacían los nazis de reos a estos lugares (entre ellos, prisioneros de guerra), uno de los servicios secretos británicos –el MI9- decidió tomar cartas en el asunto. Y nunca mejor dicho. Así pues, esta organización escribió a la empresa «Waddingtons» (encargada entonces de producir el «Monopoly») y solicitó a sus responsables que crearan un «kit» especial para los prisioneros británicos apresados.

A las pocas semanas aparecieron las primeras cajas en las que, además del popular juego de mesa, se podían hallar dobles fondos ocultos con pequeñas limas, brújulas, navajas y hasta mapas impresos de Noruega, Suecia, Alemania, Francia e talia. Todo ello, con el objetivo de que sus compatriotas pudieran escapar.

Para llevar a buen puerto este plan, los británico se basaron en los convenios de Ginebra, los cuales establecían que los prisioneros de guerra podían recibir juegos y pasatiempos que les ayudaran a soportar el largo tiempo de cautiverio al que estaban sometidos.

La dificultad radicaba en que, para que las cajas pudieran llegar a sus destinatarios, la ley establecía que debían ser repartidas por la Cruz Roja. Sin embargo, para evitar que los miembros de esta organización arriesgaran sus vidas, los británicos crearon nuevos «grupos tapadera» con objetivos similares a la de esta organización.

A día de hoy se desconoce el número exacto de reos que lograron escapar gracias al «Monopoly», pero no debió ser bajo, pues los alemanes llegaron a afirmar que los británicos había violado los acuerdos internacional al introducir (sin saber cómo) este material entre los presos. A su vez, Hitler afirmó que no dudaría en tomar represalias mortales contra aquellos que fueran atrapados con alguno de estos objetos o, por supuesto, intentando escapar. Con todo, es imposible conocer su efectividad, ya que las pruebas fueron destruidas tras la Segunda Guerra Mundial por si era necesario volver a usar esta curiosa técnica.

«Me ayudó mucho a nivel espiritual saber que había gente en Inglaterra que se preocupaba por mi y trataba de ayudarme», explicaba posteriormente el soldado británico John Powell Davies en referencia a la curiosa misión del Monopoly. Este militar pasó meses en el castillo alemán de Colditz, una instalación de máxima seguridad.

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