¿Dónde y cuándo se vendió un helado por primera vez?
Hombres y mujeres se reunieron el 8 de junio de 1786 en una taberna estadounidense para probar ese postre, anunciado a través de una publicación en el periódico local.
Mujeres vestidas con faldas largas y hombres con sus trajes elegantes y sombreros saborearon el 8 de junio de 1786 el primer helado, que fue vendido en una taberna de Nueva York.
Habían sido invitados a través de un anuncio publicitario muy formal publicado en un diario local, que decía: “Damas y caballeros, pueden probar helados todos los días en la taberna de la ciudad, fabricados por su humilde servidor, Joseph Cowe”.
El helado había llegado a Estados Unidos a través de las recetas conocidas por sus colonos en Inglaterra y otros países originarios y se preparaban y disfrutaban en las casas. Pero además, como no existían heladerías tal como se las conoce hoy, eran los pasteleros quienes preparaban sus recetas y las ofrecían en sus locales.
A través de noticias de la época se pudo reconstruir que a personalidades como Benjamin Franklin, George Washington y Thomas Jefferson les gustaban mucho los helados y que ordenaban servirlos en sus fiestas.
El primer helado: su historia
Los orígenes del primer helado se remontan a la antigüedad, a los postres realizados en China agregando leche y jugos de fruta al hielo. Esas recetas fueron llevadas por Marco Polo en sus viajes del siglo XIII desde Oriente hasta Europa. Más adelante, en el 400 A.C., los persas -que ya habían inventado grandes refrigeradores- mezclaban el hielo con frutas, azafrán y otras especias.
Además, se dice que tanto Alejandro Magno en Macedonia como el emperador Nerón en la Antigua Roma, enviaban a sus esclavos a las montañas para buscar nieve. Y luego sus cocineros la mezclaban con pulpa de fruta, néctar y miel para lograr un postre frutal helado.
En las cortes árabes, durante la Edad Media, fabricaban un postre similar, con hielo, frutas y especias, al que llamaban “sharbat”. En su paso a Turquía, se lo denominó “serbet”. Y de allí llegaría al término “sorbete” con el que estamos familiarizados hoy.
Fue justamente con la llegada de las recetas ancestrales chinas a Italia cuando el helado empezó a servirse en las cortes. Y pasó a Francia cuando Catalina de Medici se casó con Enrique II en 1553. Aseguran que solamente su cocinero conocía el secreto del delicioso postre.
Sin embargo, cuando una nieta de Catalina se casó con un príncipe inglés, la misteriosa receta pasó a Inglaterra. Y desde allí, cruzando el mar, llegó a las colonias.
El primer helado: la primera heladería
El siciliano Francesco Procopio dei Coltelli, conocido como “el padre del helado italiano”, fundó en 1686 en París el Café Procope, que pronto se hizo famoso por su café y sus deliciosos helados. Y parece que la fama de sus postres helados era tanta, que el mismo rey Luis XIV lo invitó a la Corte para felicitarlo.
El primer helado industrial
Después del hito del primer helado vendido en 1786, la historia indica que hubo que esperar hasta para el siguiente paso importante. Fue entonces que Nancy Johnson desarrolló la batidora para hacer helados de manera manual y la patentó ese mismo año en Estados Unidos con el nombre de “congelador artificial”.
La inventora estadounidense ideó una máquina que funcionaba de manera automática, a manivela, rotando dos paletas metálicas. Su objetivo era lograr el enorme ahorro de tiempo que llevaba hasta ese momento preparar los helados a mano.
Recién hace más de un siglo, en 1913, se fabricó la primera máquina para hacer helados. Consistía en un gran cilindro de acero congelado por un equipo muy potente, en cuyo interior había un bastidor con aspas impulsado a motor que movía la preparación de manera automática hasta que estaba lista. El antecesor de los modernos equipos que se utilizan hoy en día.