¿Cuánto dura el pollo crudo o cocinado en la heladera?

La manipulación de los alimentos y su adecuada conservación es fundamental para evitar riesgos sanitarios en la cocina, sobre todo cuando se trata de carne. Productos como el pollo son altamente susceptibles a ser contaminados por bacterias u otros microorganismos mientras cocinamos y, por ello, es necesario adoptar pautas básicas de higiene. 

La primera regla básica del pollo es que es un alimento que necesita temperaturas frías para su conservación, por lo que cocinado o crudo habrá que meterlo en la heladera para evitar la proliferación de bacterias que pueda producir una intoxicación.

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la temperatura idónea para conservar en la heladera la carne se sitúa entre 1 y 4 °C, mientras que en el congelador debe estar por debajo de los -18 °C. La colocación también es importante. «Dentro de la heladera hay que colocar las carnes, pescados y platos preparados en la zona más fría del frigorífico, y verduras y frutas en la más templada», aclara.

Pechuga de pollo.
Así debe ser su conservación para evitar intoxicaciones

Entonces, ¿cuánto puede durar en la nevera? Si se trata de pollo envasado, lo más aconsejable es seguir las indicaciones del fabricante, que vendrán expuestas en el envase. ¿Y si son productos frescos? La carne de pollo cruda puede conservarse en el frigorífico de uno a dos días, según recoge la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés).

En el caso de que el pollo esté cocinado y se conserven sobras, como albóndigas o hamburguesas, pueden mantenerse en la nevera hasta cuatro días sin que suponga un riesgo. Si se ha utilizado en sopas o guisos también podrá estar en la nevera hasta tres o cuatro días.

Así lo señala también la OCU, que establece un plazo de uno a dos días para filetes crudos de pollo o de pavo como tiempo máximo que deberían estar en el refrigerador. En cualquier caso, destacan, si no se va a consumir en 24 o 36 horas es mejor congelar la carne de pollo. 

Respecto a la temperatura correcta, «según la legislación europea, la carne de pollo debe conservarse a una temperatura por debajo de los 4 °C para evitar la aparición de bacterias con el consiguiente riesgo de intoxicación», advierte la organización. 

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