Cómo refrescar a tu gato en verano
Los gatos son muy sensibles al calor, sobre todo si tienen sobrepeso o padecen alguna enfermedad. Aunque tienen la habilidad de regular su temperatura corporal en varios grados para evitar sentir frío o calor, cuando las temperaturas son extremadamente altas se ven afectados de manera similar a los humanos.
En el momento en que el termómetro supera los 30 grados, tienden a buscar refugio en las áreas más frescas de la casa y disminuyen al máximo su actividad. Pero no siempre les resulta. Un felino con mucho calor mostrará síntomas como jadeo excesivo, aumento en el consumo de agua, letargo o temblores musculares.
La temperatura ambiente óptima para este animal está entre los 15 y los 23 grados. Al igual que los perros, sólo poseen glándulas sudoríparas en las almohadillas de las patas. Además, usan su boca (abriéndola) para regular el exceso de temperatura y lamen su cuerpo, aprovechando la evaporación de su saliva como una forma de reducir ligeramente el calor en su organismo.
La temperatura corporal de un gato está entre los 38 y los 39,5 ºC. Cualquier aumento significativo de estos valores indica fiebre o que está sufriendo un golpe de calor. Para evitar llegar a esta situación, tienen sus propios mecanismos de regulación, como buscar los lugares más frescos. Durante el verano es habitual encontrarlos estirados en el suelo de la cocina o del baño e, incluso, dentro de la pileta de la cocina o la bañadera.

En algunas ocasiones, los mecanismos naturales que emplean para regular el calor no son suficientes, por lo que pueden acabar sufriendo un golpe de calor. Esta situación es grave y debe ser tratada a tiempo. Los problemas de hidratación pueden dar lugar a importantes enfermedades renales.
Estas son las señales más evidentes:
– Aumento de consumo de agua.
– Jadeo excesivo.
– Respiración alterada.
– Temblores o espasmos musculares.
– Lengua azulada.
– Exceso de salivación.
– Inactividad o debilidad extrema.
– Convulsiones y desmayo.
Consejos para refrescarlo y evitar un golpe de calor:
Creá un ambiente fresco dentro de la casa
Aprovechá las primeras horas de la mañana, cuando el sol aún no está en su punto más alto, para ventilar de forma adecuada. Abrí las ventanas y, si es posible, creá corrientes de aire.
Posteriormente, desplegá toldos, bajá persianas y cerrá las cortinas para evitar la entrada directa de los rayos solares. Cuando la situación se vuelva insoportable debido al calor, recurrí al ventilador o aire acondicionado. Los gatos sabrán instintivamente cómo colocarse para evitar que el flujo de aire les afecte de forma directa. Si prevés pasar un largo periodo fuera de casa, es recomendable programar estos dispositivos para que se activen durante las horas centrales del día, manteniendo así un ambiente más confortable.
Agua fresca
Los gatos beben muy poca agua. Cuando el calor se dispara, hay que garantizar una mayor ingesta para evitar que sufra una deshidratación. Una medida efectiva es ubicar el bebedero en una zona fresca, para que el líquido se mantenga a una temperatura óptima. Asimismo, renová el agua dos o tres veces al día. Podés añadir cubos de hielo al recipiente para reducir la temperatura, pero sin congelar el agua.
Las fuentes de agua constituyen otra buena solución para estimular de forma atractiva la ingesta de líquidos. A estos animales les gusta beber agua limpia y cristalina, por lo que es fundamental mantenerla en óptimas condiciones.

Pelaje limpio y húmedo
Su pelaje desempeña un papel fundamental como protector natural ante las variaciones de temperatura, le ofrece calor en invierno y actúa como una barrera contra el calor en verano. No obstante, el exceso de pelo muerto, el pelaje de guarda, resulta incómodo y contribuye al aumento de la temperatura corporal.
Para eliminarlo, es recomendable cepillarlo con mayor frecuencia. Podés aprovechar estas sesiones para pasar suavemente un paño o guante húmedo por el cuerpo, prestando especial atención a la zona abdominal. Estos pequeños masajes servirán para reducir su temperatura corporal.

Diversión al aire libre
Si contás con un jardín, balcón o terraza protegida del sol, permití que disfrute de la libertad de salir y buscar refugio en las zonas sombrías. Colocá un recipiente con agua para que pueda bañarse o mojar las patas, si así lo desea. También podés proporcionarle un agradable refugio veraniego usando una caja de cartón cubierta con una toalla húmeda.