Chernobyl: La desgarradora serie de HBO sobre el desastre nuclear
Después de la depresión post-tronera, huérfanos de serie-fenómeno, muchos necesitan y buscan series buenas y adictivas. Hay que llenar un enorme hueco y parece que las redes se han puesto de acuerdo: Chernobyl es la miniserie que tienes que ver para ahogar las penas. De momento, con una nota media de 9,6 en IMDB, ya ha superado Breaking bad y Juego de tronos… y sólo ha emitido tres episodios.
Chernobyl narra los hechos ocurridos en abril de 1986 en la central nuclear de Pripyat (Ucrania), entonces de la Unión Soviética. Un simulacro fallido por culpa de problemas en el reactor, errores humanos y decisiones frustrantes hicieron que Europa viviera la peor catástrofe nuclear de su historia. Después de miles de muertes, el territorio que rodea la central fue desalojado y a día de hoy sigue deshabitado por cuestiones de salud pública.
‘Chernobyl’ es, sin lugar a dudas, un producto atractivo, agobiante y lleno de tensión. No tanto por lo que cuenta, sino por cómo lo revela. La miniserie, escrita por Craig Mazin y dirigida por Johan Renck (‘The Last Panther’) suma caras tan conocidas al reparto como las de Emily Watson, Stellan Skarsgård o Jared Harris. Los 3 actores están que se salen, interprertando a dos científicos y a un miembro del Gobiermo que en la vida real lograron, poniendo en riesgo sus propias vidas, parar el accidente y que el uranio en el aire no traspasara las fronteras de la Unión Soviética.
No mucha gente sabe, además, que las 72 horas posteriores al accidente y al incendio de la central fueron cruciales para evitar una tragedia humana de magnitud incalculable. Ellos lo consiguieron. Y la serie consigue que esa angustia y el drama de los heridos y contaminados por la radiación esté presente desde el minuto uno.
La falta de transparencia
El arranque de ‘Chernobyl’ no puede ser más angustiante y desolador. Por una lado, muestra el desconocimiento de los trabajadores y jefes de la central, que no supieron ni quisieron medir la magnitud del accidente aquella madrugadadel fatídico 26 de abril de 1986. Pero eso no fue lo peor. Aun más grave fue descubrir la negación de la evidencia por las autoridades de la antigua URSS a aquella barbarie.
Intentaron ocultar información, mintieron al mundo, restaron importancia a lo ocurrido y pusieron en riesgo la vida de casi 50 millones de personas entre Biolorrusia, Rusia, Ucrania, Escandinavia y Europa del Este. Las consecuencias si se hubiera extendido el material radioactivo tras el incendio de la central, y no hubiera sido controlado en menos de 72 horas, habrían sido inimaginables.
‘Chernobyl’ deja bien claro que cerrar los ojos a la gravedad de lo ocurrido puso en serio peligro millones de vidas y podría haber convertido en un terreno baldío y radioactivo prácticamente a la mitad de Europa.
Cada uno de los cinco episodios que componen la serie persigue propósitos claramente diferentes. Los dos primeros se centran en la pesadilla inmediatante después de la explosión del reactor; los dos siguientes, en los esfuerzos de limpieza y los sacrificios que muchos hicieron para estabilizar la región; mientras que el episodio final pone su foco en el endeble juicio a los 6 funcionarios acusados tras el accidente, que achacaron la tragedia a fallos en la central.
HBO también ha anunciado que la serie incluirá un podcast para profundizar en el desastre, así como para explicar los ajustes realizados al adaptar la historia real a la pantalla.
La labor de reconstrucción de la época es de alto nivel. Ha sido rodada en una central nuclear cerrada en Lituania con el mismo diseño que la de Chernóbil. La ambientación de la Unión Soviética de los 80 cumple con creces: esa URSS pobre, sobria, oscura, con una clase trabajadora ‘sumisa’, dispuesta a todo y un gobierno socialista, autoritario, enigmático y envuelto en secretos.
Gran parte o toda la culpa de la angustia, la tensión y los miedos que provoca ‘Chernobyl’ se debe a su lenguaje. El equipo ha sabido plasmar de forma comprensible y entendible un lenguaje, a priori, lleno de tecnicismos. Los hechos en cuestión están narrados con tal tensión que uno solo desea que pase la semana para que HBO cuelgue un nuevo capítulo.
Lo estimulante de esta propuesta es que no está creada desde el morbo, la manipulación emocional o la falta de lealtad hacia los hechos. El guionista Craig Mazin se distancia de las tramas personales para contar los hechos con una mirada casi documental. Esto no rebaja la humanidad sino más bien todo lo contrario: al percibirse el desastre como real, el puñetazo es más bestia y simples visitas al reactor se convierten en instantes de terror con la simple verdad.
Las localizaciones, la fotografía, el vestuario, los peinados: todo va a una para sentirte en territorio soviético y en mitad de la población civil y de los estúpidos que permitieron que Chernobyl fuera la catástrofe que fue.
Y, si alguien se cuestiona que Chernobyl pueda alargarse mucho, los productores tienen en cuenta que debe cuidarse: son solo cinco episodios. ¿Te sumás?