¿A qué huele la Luna?
Un artesano experto en la composición y recreación de aromas está trabajando arduamente para crear un aroma hasta ahora desconocido para el hombre: el olor a la Luna.
Michael Moisseeff, quien se refiere a sí mismo como un escultor de aromas, está fabricando una sustancia que pueda simular el olor a la Luna y será expuesta en el museo de Space City, en la ciudad de Toulouse, Francia. No está tratando de crear un perfume que recuerde al satélite natural de la Tierra de manera asociativa o simbólica, su intención es recrear las experiencias de los astronautas que han viajado a la Luna con base en sus descripciones.
En la Tierra todo tiene un olor y este puede ser más o menos percibido por las personas. Los olores y aromas son causados por las partículas que desprenden los objetos y que pueden ser procesadas por nuestro sistema olfativo, que en esencia es un complejo receptor químico. No hay razón para pensar que en el espacio el proceso funcione distinto. Siempre y cuando exista alguien que posea la capacidad de ‘oler’, las cosas tendrán una dimensión olfativa.
Quienes han tenido la fortuna de alunizar, han descrito el panorama del suelo del satélite como inhóspito y solitario. Pero también suelen agregar que ‘huele mal’. Los astronautas que practicaron caminatas lunares coinciden en que la Luna huele a algo similar a la pólvora gastada o carbón quemado. Buzz Aldrin, uno de los primeros hombres en pisar el satélite se refirió al olor como a “cenizas de chimenea” en una entrevista para la BBC.
¿Cómo fue percibido el olor de la Luna?
Los astronautas que viajan a la Luna tienen una regla muy clara: no deben (ni pueden, por razones obvias) quitarse el caso. ¿Entonces cómo saben a qué huele la Luna? Tras realizar caminatas sobre la superficie lunar y volver a su módulo, el regolito lunar queda incrustado en los trajes espaciales gracias a que tiene una composición pegajosa. En el habitáculo cerrado y estéril del Módulo Lunar Eagle de 1969, Neil Armstrong y Buzz Aldrin se enfrentaron por primera vez al ‘hedor’ de la Luna impregnado en sus uniformes.
Los científicos de la NASA conocen muy bien el suelo lunar. El suelo de la Luna está formado por dióxido de silicio, hierro, calcio, magnesio y otros elementos comunes. De hecho, el suelo es tan común que los científicos están pensando en sintetizar agua, oxígeno y otros elementos fundamentales para las misiones futuras de establecimiento humano, como la misión Artemis. Los astronautas que pisaron el satélite han traído muestras de tierra, pero estas, al llegar al planeta, perdieron sus propiedades aromáticas originales por contaminarse durante el viaje.
No han faltado las dudas. El famoso olor de la Luna solo lo conocemos por la memoria de un puñado de personas y las palabras específicas que eligieron los astronautas fueron, en su momento, tomadas muy enserio por los científicos. Si la Luna olía a pólvora quemada, el territorio, quizá, sería volátil. Para fortuna de las aspiraciones humanas, durante los análisis del suelo lunar no se encontraron rastros de sustancias que se asemejaran a la mezcla inflamable.
No hay pólvora en el satélite ni se puede crear a partir de las sustancias que hay en la superficie. Algunos científicos, por lo tanto, no pueden creer que la Luna huela a eso que describen los astronautas. Entonces, ¿a qué huele? Seguramente no a tierra mojada.
La Luna no desprende olor, hasta que se hidrata
Ingenieros y geólogos han intentado ofrecer explicaciones sobre el misterio del olor de la Luna. Dos son las teorías más aceptadas. La primera compara a la Luna con un desierto en el que de pronto comienza a llover.
“Imagínense en un desierto en la Tierra. A qué huele. A nada. Hasta que llueve. El aire se llena de olores dulces y pastosos. El agua que se evapora del suelo lleva a su nariz las moléculas que han estado atrapadas en el suelo seco durante meses (…) La Luna es como un desierto de 4,000 millones de años. Es increíblemente seca. Cuando el polvo lunar entra en contacto con el aire húmedo en un módulo lunar, se consigue el ‘efecto de la lluvia del desierto’”, aseguró el ingeniero químico Donald Pettit, que vivió por un tiempo en la Estación Espacial Internacional.
Otra de las suposiciones es que el oxigeno del suelo lunar simplemente se quemó (el proceso en realidad se llama oxidación) con la llegada de los módulos lunares, lo que provocó ese aroma a chimenea y cenizas que todos los astronautas han percibido.
Oler la Luna no es buena idea. Después de todo se está inhalando polvo que se impregna a tu nariz. Los astronautas lo hicieron y terminaron constipados. También probaron el polvo, por cierto. De acuerdo con el astronauta del Apolo 16, John Young, el regolito lunar “no estaba nada mal”. Aunque riesgoso, los científicos concuerdan en que se debe volver a oler el suelo lunar y realizar análisis en el sitio para evitar que se contaminen las muestras.
Michael Moissseff, el escultor de aromas, tiene un archivo de 4,000 olores de referencia y productos químicos sofisticados que le ayudarán a recrear un olor que pueda ser igual o parecido a lo descrito por los astronautas. No será un olor agradable, pero sí uno necesario de experimentar.