6 prácticas sustentables que ya deberías estar realizando

Ya no es un simple slogan. Si seguimos viviendo de esta manera el planeta tiene los días contados. Y el final no está muy lejos. Si bien la responsabilidad principal es de gobiernos y grandes corporaciones, desde nuestra casa todos podemos aportar a un mundo más sustentable, limpio e igualitario. Incorporá estos hábitos y reducí el impacto negativo de tu paso por el planeta.

Reducir el consumo de productos de origen animal (o dejarlos por completo)

Los veganos tienen razón en una cosa: uno de los principales contribuyentes al calentamiento global es la producción masiva de animales para consumo humano, además de ser un foco de injusticia y desigualdad.

Algunos hechos: con una fracción de los granos que se utilizan para alimentar el ganado podríamos solucionar el problema del hambre en el planeta entero. No solamente el espacio para los animales sino las innumerables hectáreas de tierra que se usan para cultivar este alimento (alimento que ninguno de estos animales consumiría en su estado natural, ya que las vacas se alimentan de pasto, no de granos) son la principal causa de deforestación, que elimina ecosistemas así como agota la tierra con monocultivos. Los excrementos de esta sobrepoblación de animales de granja generan metano, componente esencial de los gases invernadero.

Además, para producir un kilogramo de carne de vaca se utilizan 15.415 lts de agua potable. Eso sin contar el sufrimiento y las condiciones deplorables de vida (y muerte) que tienen estos animales, y los múltiples perjuicios para la salud que tienen los lácteos (alergénicos, inflamatorios, acidificantes) y la carne (acelera el crecimiento de las células cancerígenas). Es mejor para todos y en todo sentido: reducí el consumo de productos animales al mínimo y ayudá a promover la producción de productos vegetales, más saludables y con un impacto infinitamente menor.

Comprar menos en el supermercado y más a productores locales

Estas empresas mueven enormes volúmenes de mercadería, generando desperdicios y contaminación. Informate sobre bolsones orgánicos que te llevan frutas y verduras hasta tu puerta, o sobre las ferias de productores que hay en muchas plazas de la ciudad. Así estarás fomentando el consumo local (ideal para reducir la huella de carbono que generan los productos que viajan largas distancias, así como para dar trabajo a productores mucho más sustentables), orgánico y de estación. Desde vegetales hasta carnes, lácteos, panificados y productos a granel, hasta incluso productos de limpieza biodegradables: podés conseguir de todo.


Pasarte al vintage

Pocas industrias generan más residuo y ofrecen condiciones de trabajo más precarias que la moda. Afortunadamente, al país no llegan los grandes gigantes del fast fashion, pero el abaratamiento de costos (y por ende de precio final) conduce a toneladas y toneladas de residuos no biodegradables (polyester en su mayoría) y agotamiento de recursos tales como agua y petróleo.

Si aún no creés en las consecuencias nefastas para el ecosistema y en las condiciones infrahumanas en las que trabajan aquellos que la producen, te recomendamos el documental True Cost. Igualmente sabemos cuáles son los beneficios de este sistema de producción: ropa barata y accesible para todo el mundo.

A la vez, las marcas que no producen a escala masiva en Argentina son prácticamente inaccesibles para el bolsillo promedio, y en ese sentido la ropa usada o vintage también sale ganando. Dale un segundo uso a una prenda que fue creada y confeccionada en un contexto en el cual las cosas no eran descartables sino estaban hechas para durar toda la vida. Reciclá, reutilizá y no fomentes la producción descontrolada de bienes descartables. Y de paso provéete de piezas únicas y de mejor calidad. Aprendé a buscar, recorré ferias itinerantes, visitá los locales que tienen grandes diseñadores internacionales, cambiá las prendas que ya no usás por otras “nuevas” 

Separar la basura

Con “reciclables” y “orgánicos y húmedos” ya hacés una diferencia. Pero no tires todas las bolsas juntas en el cuartito de la basura porque en este país la cultura de separarla aún no está arraigada y terminará todo mezclado adentro del camión. Investigá si cerca de tu casa hay algún centro de reciclaje o aún mejor: contactate con los recuperadores de tu zona y preguntales qué necesitan, cómo y dónde podés dejárselo. Si nada de esto es posible, es preferible que todas las botellas, envases, papeles y cartones reciclables los juntes en una caja o bolsa y lo dejes a la vista, en la calle, donde se note que son: vas a ayudar a alguien y además vas a contribuir a la reducción de la basura innecesaria en el planeta.

No tirar comida

En la cocina, no hay tal cosa como “sobras”. En este momento histórico somos más conscientes que nunca de que la comida es finita, escasea y que somos privilegiados de disponer de ella. Además, todo lo que evite el consumo excesivo siempre es bienvenido: menos packaging, menos basura, menos dinero en contexto de crisis.

Aprovechá los platos de sobras que suelen ser los más completos y saludables, stockeate de buenos recipientes (idealmente que no sean de plástico) donde puedas guardar comida herméticamente, y no tires nada: un pedazo de tarta con un tomate y un poco de arroz salteado es una comida excelente, podés hacer un suculento estofado con una salsa y lo que quedó de una carne al horno. Comprá lo que vas a consumir y divertite probando combinaciones para no tirar nada.

Dato de oro para las verduras: podés hacer compost y caldos ¡y no tirar absolutamente nada! Guardá y congelá (crudos) los pedazos duros de verduras que sirvan para caldo (cabito de la zanahoria, del tomate, del morrón, los pelitos de la cebolla, el marlo del choclo, las hojas del apio y del puerro) y hacé una olla grande cuando juntes una buena cantidad; con el resto (pedazos que están feos, hojas verdes, restos de verduras blandas) hacé compost para las plantas y tené la más rica tierra para las plantas, gratis.

Transmitirle a los más chicos el cuidado por el medio ambiente

Cosas como la alimentación saludable, el consumo responsable y el reciclaje pueden ser divertidos para los más chicos si se les explica que así están ayudando al planeta, a los animales y favoreciendo a su salud y a la de todos. Los niños suelen sentirse atraídos por las buenas causas y eso es algo sin duda a aprovechar: si los chicos saben que cada vez que no desperdician papel se salva un árbol, esencial para el oxígeno que respiramos ¡Estarán felices de no derrochar! Fomentá su interés en el tema con charlas en casa, películas y libros. Hacelos participar del proceso de compras y de la cocina. Solo así crearemos generaciones futuras más sustentables.

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