Hace 15 años moría George Harrison, el beatle más querido
Hace 15 años moría en Los Ángeles, a causa complicaciones surgidas por un cáncer de pulmón, George Harrison, el miembro de más bajo perfil del famoso cuarteto de Liverpool que, sin embargo, contaba con el cariño y el respeto de toda la comunidad artística y de los amantes de la música de todo el mundo.
A pesar de haber forjado gran parte de su carrera eclipsado por el genio compositivo de la dupla conformada por John Lennon y Paul McCartney, Harrison logró dejar su huella en la historia de Los Beatles a partir de su calidad como guitarrista, con un notable y personal manejo del slide, y su escaso pero vital aporte al repertorio del grupo, con clásicos como «Something», «Here comes de the sun», «Taxman» y «While my guitar gently weeps», entre otros.
Harrison también encontró su lugar dentro del cuarteto a través de la inclusión de elementos de la cultura hindú, por la cual se interesó de manera casi obsesiva a partir de 1965, en un antecedente de lo que años más tarde se englobaría dentro del género «música del mundo».
La simpatía que la figura de Harrison logró despertar también residía en su particular sentido del humor basado en una alta cuota de ironía; y en la autocrítica expresada desde los primeros tiempos a la histeria y todo el sistema comercial montado alrededor de Los Beatles.
Una prueba de su crítica lectura al fenómeno beatle se pudo ver cuando participó en el film «The Rutles», en donde se parodiaba la historia del famoso cuarteto, con el Monty Phyton Eric Idle entre sus protagonistas.
«Prefiero ser un ex beatle antes que un ex nazi, pero, de todos modos, preferiría ser un ex nada», es una de las frases más célebres y contundentes que grafican el pensar y sentir del guitarrista fallecido el 29 de noviembre de 2001.
Nacido el 25 de febrero de 1943, en una barriada pobre de Liverpool, George fue el menor de cuatro hermanos nacidos del matrimonio conformado por una ama de casa y un chofer de autobús.
Desde pequeño, se caracterizó por su capacidad de observación silenciosa y su tenacidad, dos elementos que lo acompañaron y caracterizaron a lo largo de su vida. Precisamente, aunque no contaba con una capacidad natural para tocar la guitarra, fueron las largas horas de práctica intentando copiar los sonidos de su admirado Carl Perkins, que lo dejaban con los dedos literalmente sangrando, los que le permitieron acercarse al mundo que tanto admiraba.
Harrison tomó contacto con los Quarrymen, el antecedente de Los Beatles, en 1957, a través de McCartney, un compañero del Liverpool Institute, un año más grande que él.
En otra constante en su «vida beatle», George solía acompañar a la banda a todos lados con su guitarra y esperaba paciente el momento en que el líder Lennon le pedía que los entretuviera con su interpretación de «Raunchy», uno de los éxitos musicales de la época.
Años más tarde, con la fama del grupo en ascenso, el propio George solía sentarse en el estudio a la espera de que llegara el momento de grabar su solo, bajo la severa tutela del productor George Martin.
«Siempre fui un poco cruel con George», comentaría años más tarde Martin, quien aceptó que era capaz de atender a todas las demandas de Lennon y McCartney, pero que no le dispensaba el mismo trato a su tocayo.
En ese contexto, Harrison fue forjando un carácter particular dentro del grupo y, mientras era considerado «el beatle tranquilo» o «silencioso», continuó trabajando para convertirse en un músico profesional respetado.
Mientras se lo notaba visiblemente incómodo con la excesiva fama alcanzada por el grupo y las agobiantes giras, Harrison se topó casi por casualidad con la cultura hindú, la cual le abrió las puertas a un mundo en el que se sentía mucho más a gusto.
Discípulo del virtuoso del sitar Ravi Shankar, fue en el dominio de este instrumento y en composiciones que evocaban a los sonidos provenientes del Ganges, en donde George encontró su espacio distintivo dentro del grupo.
En medio de la guerra de egos entre Lennon y McCartney, uno de los motivos de la disolución del grupo, emergió toda la calidad compositiva e instrumental de Harrison, con muchos de los clásicos mencionados.
Cuando Los Beatles se convirtieron en mito -con su separación en 1970- George sorprendió al mundo con «All things must pass», un notable disco solista triple, en el que volcó todas las composiciones que sus ex compañeros no le habían permitido grabar con la famosa banda.
También alcanzó un hito con la organización del benéfico «Concierto para Bangladesh», en 1971, en donde reunió a varias figuras del momento, entre ellos, Bob Dylan que regresaba a los escenarios tras una larga ausencia.
A partir de entonces, Harrison lanzó una serie de discos bastante rutinarios, aunque siempre con alguna canción destacada, como el caso de «Give me love (give me peace on earth)». También sufrió algún revés, como haber perdido un juicio por plagio por su gran éxito «My sweet lord», situación que se dedicó a parodiar en el video de «This song», en donde personajes estrafalarios desfilaban en medio de un desopilante juicio.
Fiel a su noción de priorizar el arte por sobre el negocio, en los ’80 montó una productora cinematográfica con el único fin de ofrecerle a los Monty Phyton un lugar en donde desarrollar sus filmes. Incluso, apareció en algunos cameos como en «La vida de Brian».
También se hizo un hueco en medio del éxito comercial de la canción «Got my mind set on you», para conformar el supergrupo The Travelling Wilburys, junto a Dylan, Jeff Lynne, Roy Orbison y Tom Petty.
Los últimos años de su vida encontraron a George establecido en una residencia ubicada en las afueras de Londres, junto a su segunda esposa Olivia Arias y su único hijo Dhani, luchando contra un cáncer de pulmón en la boca y el pulmón a causa de su adicción al tabaco.
A pesar del bajo perfil cultivado, Harrison casi corre el mismo destino que su compañero Lennon, cuando un fanático con las facultades mentales alteradas ingresó a su hogar en 1999 e intentó apuñalarlo, en un traumático episodio que, junto a su esposa, logró controlar.
Finalmente, en 2001, los médicos le diagnosticaron un recrudecimiento de su enfermedad, que había avanzado hacia otros órganos de su cuerpo, por lo que eligió mudarse a una residencia propiedad de McCartney en Los Ángeles, en busca de mayor intimidad.
Una anécdota contada por Ringo Starr en el documental «Living in the material world», de Martin Scorsese, puede ser tomada como una prueba cabal del sentido del humor de George. En su lecho de muerte, recibió la visita del ex baterista de los Beatles, quien le comentó que viajaría a otro país en unos días para visitar a una de sus hija, a lo que Harrison, postrado por su delicado estado de salud, le respondió: «¿Querés que te acompañe?».
FUENTE: Hernani Natale